En El Tambo hay un sitio de ‘huellas’ incas
El complejo Arqueológico de Coyoctor comprende estructuras de rocas talladas. Chasquis llevaban el correo y encomiendas
Ubicado a 169 kilómetros de Guayaquil y a 77 de Cuenca, el cantón El Tambo, provincia de Cañar, es un sitio histórico con sus tradiciones heredadas del incario.
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Leer másEl Complejo Arqueológico de Coyotor, llamado así por el cacique Collay, es conocido tradicionalmente como los Baños del Inca, por el predominio de unas estructuras que se asemejan a las igualmente denominadas en Ingapirca. Conocidas por sus aguas corrientes que llegan del cerro Yanacauri o Huanacauri y con asientos de piedra, por lo que es considerado un recinto sagrado para realizar sacrificios.
Su nombre proviene del kichwa ‘tambu’ y significa “lugar de descanso o posada” revela que esta ciudad que el 24 de enero cumplió 30 años de cantonización fue un sitio de descanso de los chasquis, hombres que llevaban el correo y encomiendas del inca, durante el Tahuantinsuyo.
Además de su nombre, el Complejo Arqueológico de Coyoctor Los Baños del Inca, ubicado a cinco minutos del centro cantonal, también revela la importancia que este sector tuvo siglos atrás. En un espacio de veinte hectáreas de terreno se conserva este bien patrimonial ancestral tallado en roca nativa, en el cual se destaca el Sillón del Inca y la mesa o Altar Cañari.
En este conjunto de estructuras de piedra, donde hay caminos empedrados junto a unos graderíos, terrazas y figuras de ranas, monos y lagartijas, como representación mágico-religiosas de la cultura Cañari-Inca, los incas, habrían realizado ceremonias, según los registros. “Es el sitio donde se bañaban los incas Túpac Yupanqui, Atahualpa y Huayna Cápac”, resume el historiador cuencano Juan Chacón, pero eran baños espirituales.
En los actos ceremoniales realizaban “el culto del baño de purificación del inca, era al mediodía de cada 21 de junio y durante el rito de Inti Raymi, donde el Sol se ubica de manera perpendicular sobre la Tierra”, adujo Juan Chacón. Según su cosmovisión, a más de eliminar las malas energías del cuerpo, los incas pedían al dios mejores cosechas.
Alrededor del altar cañari, lucen imponentes flores de escancel, acacia, palmas, granizo, rosas amarillas, lirio, ciprés, entre otras que complementan estos vestigios, anualmente visitados por unos cien mil turistas, el 26 % de ellos extranjeros, según registros de Instituto Nacional de Patrimonio Cultural.
Las ñustas o reinas eran las esposas de los líderes
Previo a la fecha de recordación cantonal, en El Tambo también escogieron a sus ñustas, nombre quechua para las reinas y princesas en el incario. Con la designación de estas soberanas que representan al pueblo indígena, también se revive parte del acontecer incario. Las reinas o princesas eran niñas de entre once y doce años de edad, escogidas por el inca, a las que preparaban para ser sus esposas. Ellas eran educadas por las llamadas mamaconas, según los escritos de Max Uhle.