Un viaje a la desaparecida memoria frutal de Guayaquil
El caimito, nigüito, cauge, mamey, entre otros fueron parte de la flora patrimonial del país. Las especies fueron muy apetecidas en los años 60 y 70.
Hay una variedad de frutas que son parte de la memoria urbana, además de patrimonio gastronómico y oferta montuvia en la Guayaquil de los años 60 y 70.
Provenían generalmente de árboles silvestres que por distintos motivos han ido desapareciendo y por lo tanto sus frutos dejando de ser consumidos en los hogares. El cauge, guaijí, níspero en sus tres variedades, pomarrosa, caimito, gícama, lima, naranja lima, guayaba de palito, chocota, mamey colorado (mamey mataserrano) y cartagena, son frutas en su gran mayoría con un alto valor nutricional.
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Leer másAlgunas, como el níspero y el caimito, también calificadas como de difícil digestión, en caso de exagerar en el consumo. El níspero prácticamente había desaparecido, sin embargo últimamente se lo está volviendo a sembrar en Manabí, en sectores cercanos a la capital provincial, Portoviejo.
Según Jorge Aycart, conocedor del tema, las nuevas generaciones de guayaquileños ni siquiera conocen los sabores de estas sabrosas especies frutales, que antes eran comunes. Además es usual escuchar a los fruteros con micrófono en mano, vocear por los barrios populares frutas como manzanas, uvas y reinaclaudias; o mandarinas y mangos, productos que son ofertados en las cadenas de autoservicios. Sin embargo, las especies mencionadas al principio como en riesgo de extinción, no se encuentran sino muy rara vez en las grandes cadenas y supermercados.
Según Boris Briones, director del Jardín Botánico, recuperar esas especies frutales no es una tarea complicada, si se lo ve desde el punto de vista técnico. Hay que idear un buen programa de propagación y, crear viveros frutales endémicos para poderlos multiplicar. Uno de los motivos por el que han desaparecido ciertas frutas típicas en Guayaquil, es la migración del campo a la ciudad. Familias enteras han llegado a la urbe sin boleto de retorno a sus tierras de origen. Otra causa es la tala indiscriminada de árboles que proveen de esos frutos.
“Hay que trabajar con los GAD, establecer convenios con los ministerios para reforestar con las especies nativas, lo que daría un empuje a la agricultura y se recuperaría la producción de muchos de esos frutos, ligados a la gastronomía montuvia”, dijo Artemio Quinde, gestor cultural del Pueblo Montuvio.
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Leer másCampañas de recuperación
Según Artemio Quinde, gestor cultural del Pueblo Montuvio, el hecho de que no hayan desaparecido totalmente, alienta la esperanza de recuperación de esos sabores tropicales. Cree que las autoridades deberían estimular campañas que incentiven el consumo de las especies nativas de la Costa.
Además de comprar la producción a los pocos agricultores que las ofertan, para que incrementen los espacios de sembríos y se vuelva rentable su cultivo. El niguito ya no se lo encuentra, casi medio siglo atrás eran árboles muy comunes en las casas. Muchas veces dejaron de cultivarse, porque se decía que atraían a los murciélagos, que se los comían en las noches; lo mismo ocurrió con el pechiche.
“En la casa de mi abuela habían árboles de pechiche y de chirimoya, con los que al igual que muchas señoras de la época, acostumbraba a preparar conservas o mermeladas”, refiere Aycart. El melón blanco de tajada, con pulpa de color verde, también ha desaparecido, el que ahora se ve es el extranjero, de color amarillo.