Dayanna Monroy: "Luego de tres años, solo formalizamos la relación"
Tras su reciente boda, la periodista de Teleamazonas cuenta que tanto ella como su esposo, el español Pablo Pardo, tienen planes profesionales y que "los niños vendrán más adelante"
Luce un juvenil look porque se cortó el cabello. La comunicadora guayaquileña Dayanna Monroy (30), de Teleamazonas, quien durante la pandemia denunció casos de corrupción, se casó el 5 de marzo con el español Pablo Pardo. Tiene su misma edad, es sociólogo con una maestría en Comunicación Política.
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Leer másElla lleva once años en el periodismo, antes laboró en Telerama y en el ‘lindo canal’ tiene seis años. Es parte del equipo del programa 'Las cosas como son', de RTP (antes radio Tropicana). Acaba de recibir el premio Mujeres de Valor que otorga el Departamento de Estado de Estados Unidos. En España hizo una maestría y estudia otra en la Ecotec.
Sorprendió su boda civil…
Ni mi familia lo sabía. No se resintieron porque ya me conocen, además ya vivía con mi novio. No era secreto que queríamos formar un hogar, pero de alguna manera fue sorpresa.
¿Está embarazada?
¡Nooo! Para nada (risas). En una página de farándula dijeron que iba a dejar el periodismo. Totalmente falso. Tenemos planes profesionales, así que los niños vendrán más adelante.
¿Desde hace qué tiempo viven juntos?
Aproximadamente hace tres años. Lo que hicimos fue formalizar la relación. No se pudo antes.
¿Cómo se dio el flechazo?
Nos conocimos en una discoteca en Madrid mientras yo estudiaba en esa ciudad. Yo regresé primero a Ecuador y él vino después de cuatro meses. Ya conozco a su familia, es fenomenal. Han visitado el país, nosotros hemos compartido con ellos varias veces en España. Son muy relajados y amorosos.
¿No le gustan los latinos y por ello prefirió que su media naranja sea un europeo?
Pablo me apoya en el trabajo y eso es muy importante porque los periodistas pasamos mucho tiempo fuera de la casa.
Generalmente los latinos son machistas…
En Pablo no encuentro eso, él se autocataloga feminista. Me encanta su forma de ser. Necesito alguien que esté pendiente de mí, pero que tampoco moleste mucho (risas).
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Leer másLos españoles tienen fama de mal hablados, groseros y cochinos...
(Risas) Aprendí a diferenciar entre los españoles del norte y los del sur. Estos últimos se parecen a nosotros. Son más sociables, Pablo es del sur. Algunas de esas características que menciona las vi en mis compañeros. Mi esposo ha vivido en otros países, Puerto Rico y Estados Unidos, es mente abierta.
En las fotos que se tomó luego de su matrimonio se la vio caminando por la 9 de Octubre. ¿Tiene algún significado esa avenida?
Nos encanta el centro, tiene un potencial increíble. Cuando él recién llegó a Ecuador gran parte de nuestras caminatas eran en la zona céntrica de la ciudad, la avenida 9 de Octubre, el Malecón, la calle Panamá… Siempre pensamos que después de la ceremonia íbamos a salir a caminar por esas calles y así lo hicimos.
Por la inseguridad que se vive y por las amenazas recibidas, ¿sigue caminando tranquilamente por las calles?
Todavía me siento segura en el centro, la gente que camina por ese sector ya sabe cómo moverse. Ahora siempre tengo resguardo policial, me sigue a todos lados.
¿Eso le quita privacidad?
No puedo quejarme de lo que no puedo cambiar, si es por mi bien y si así están tranquilos mis amigos y familia, no me complico.
¿El matrimonio por la iglesia viene en camino?
Todavía no hay fecha, pero queremos que sea en España. Por la pandemia yo no puedo entrar a ese país. Es lo justo con su familia porque el civil fue en Ecuador y ellos solo nos vieron por video. La luna de miel la haremos allá, tenemos un recorrido pendiente por diferentes lugares.
Dayanna es buena investigadora, ¿también es buena ama de casa?
Limpio la casa y lavo los platos, pero no sé cocinar. Mi esposo es el dueño de la cocina. A él le gusta y sabe usar las especies.
Aunque sería comenzar desde cero, ha considerado vivir en Madrid, España.
Mi carrera profesional está en Ecuador, aunque Madrid es uno de los lugares más lindos para vivir por todo lo que existe, la seguridad, el sistema de transporte público... Comenzar desde cero no sé qué tan fácil sea, aunque sería un reto chévere. Somos dos y también debo tomar en cuenta lo que piense y quiera Pablo.
Vivió en España, tiene un esposo español, ¿cree que las monarquías debían desaparecer?
No las entiendo. Existe una nueva generación que no está de acuerdo con ellas, pero la gente mayor las defiende y me ayudaron a comprenderlas cuando viví en España. Sé que el rey jugó un papel importante en el sistema democrático actual. Llama la atención que nos importe tanto la realeza porque son familias que viven lejos de nosotros.
Todos cometemos pecadillos, nadie es perfecto. ¿Usted ha pagado a alguien para agilitar un trámite?
No he caído en aquello, pero tal vez me he pasado la luz roja (risas). Siempre trato de respetar, a veces hasta he caído mal por ese proceder.
Los comunicadores no podemos darnos el lujo de tener rabo de paja...
Así es. En estos momentos la prensa está muy observada, se fijan hasta en lo mínimo. No creo que tenga ninguno (risas).
¿Usted se confiesa?, me refiero con un sacerdote…
No. Tampoco voy a misa siempre, a pesar de que estudié en un colegio católico, San Francisco de Asís. Soy respetuosa de la fe de las personas y creo en la conexión de mi mamá con un ser superior. También respeto a los que no creen.
¿Recuerda cuántas veces ha sido amenazada por hacer su trabajo periodístico?
No las he contado.
El miedo es una reacción normal en cualquier ser humano…
He tenido miedo por ratos, pero simplemente no pienso en aquello, solamente estoy haciendo mi trabajo. No le doy cabida en mi cabeza. Tampoco es justo estar martirizándose con eso. Converso con gente positiva, no gente negativa. Analizo todo de manera fría. A lo que temo es a la impunidad, más que a la misma corrupción.
¿Denunciaría casos de corrupción si viviera en México o Colombia?
Todavía no estamos como en esos países por fortuna y espero que nunca lleguemos a esos niveles de violencia. Eso me provoca mucho miedo. No sé si haría lo mismo porque tampoco los periodistas somos mártires. He hecho un camino de investigación en Teleamazonas, siempre con el mismo equipo Carlos Castañeda y Paúl Ordóñez.
La locura de la juventud nos lleva a veces a ser impulsivos, pero ellos tienen la sabiduría que da la experiencia. Tal vez al inicio no tenía la cautela de ahora. Lo he aprendido.
¿Cree que el asesinato de Efraín Ruales quedará en la impunidad?
No lo sé. Quisiera decir que no, pero revisando otros casos similares, se teme que eso ocurra. De qué sirve que se investigue, si después no hay un desenlace.
Las mujeres nos horrorizamos cuando vemos un ratón...
(Risas) A ellos no les temo tanto como a los grillos. No me gustan. Le temo a los fantasmas y a la oscuridad. Si duermo sola, duermo con la luz del baño encendida.
Sus puntos subieron en la pandemia. ¿Está bien pagada?
He tenido un crecimiento profesional que va acompañado de lo otro. Es importante el salario, pero trabajamos también por esa pasión que sentimos por el periodismo.
¿Se tomaría un café con Abdalá Bucaram?
Definitivamente no. No habría nada de qué conversar.