Doreen Ríos y las políticas de la pantalla

Faltan tres meses para la inauguración de la Bienal Universitaria de Arte Multimedial (BUAM), organizada por la Universidad San Francisco de Quito, que en octubre se tomará los principales espacios de exposición de la capital.

En ese proceso, Quito recibió esta semana la visita de la artista visual y docente mexicana Doreen Ríos, quien es la curadora de la segunda edición del encuentro, titulado Espacios líquidos: políticas de la pantalla.

Ríos es parte de una generación de creadores hipercontemporáneos y artistas que proponen cuestionamientos sobre la producción digital y posdigital en una sociedad líquida, donde la virtualidad se ha convertido en un elemento primordial de la realidad.

Y es justo esa reflexión la que desarrollan las piezas que son parte de este encuentro, y cuyo avance Ríos pudo revisar durante esta visita a la ciudad.

“Internet es un espacio que puede ofrecer una multiplicidad de reflexiones y expansiones de y sobre las obras, más allá de lo dimensional y matérico”, comenta.

El concepto de la política de las pantallas se plasma en una variedad de formatos, explica. “A partir del 2020, la relación que tenemos con las pantallas que nos rodean tiene otras implicaciones, particularmente las que se convirtieron en medio de trabajo, ocio y comunicación a la vez. Queríamos considerar propuestas que investigaran este fenómeno en la vida diaria y sus implicaciones”.

Es así que ‘net art’, performance, videoarte y más son parte de la selección que verá la luz en octubre, sumando piezas de estudiantes y docentes de los distintos espacios universitarios que participan en el encuentro.

Romper los cánones

Para Ríos, el acercamiento obligatorio a lo digital producto de la pandemia, ha generado una mayor apertura hacia las herramientas virtuales en el arte, pero afirma que este tipo de creación no es una novedad.

“Las discusiones en torno a la cultura digital comenzaron cerca de 1968, cuando se realizó la primera exposición que conjuntó prácticas artísticas y tecnológicas. Las computadoras existen desde hace más de cincuenta años, no es una novedad”, señala.

Agrega que la renuencia de la academia a incluir en el arte contemporáneo las búsquedas creativas que se relacionen con el uso de herramientas no convencionales, es producto de un temor habitual que se ha repetido a lo largo de décadas.

“No es una sorpresa. La incertidumbre frente a la tecnología siempre ha provocado temor a las capacidades de esta, a los cambios que pueda generar, a si seremos reemplazables, a qué consecuencias puede tener”, reflexiona.

Pese a ello, Ríos considera que el uso pospandemia de herramientas como los códigos QR o la realidad virtual ha ayudado a tender un puente entre la audiencia y la creación digital, lo que facilita las posibilidades y la masificación de este tipo de creación.

“Fue un acercamiento forzado, sin duda, pero es un aprendizaje que ha facilitado el acercamiento, porque ya no parece algo incomprensible o difícil. Aun así, la idea que tenemos no es segmentar, sino entretejer los distintos formatos para unir las distintas reflexiones que surgen”.

Establece, además, que la velocidad a la que evolucionan las herramientas digitales abre nuevas puertas para el futuro del arte, mientras los creadores buscan darles significado. “Me parece muy divertido. Es un síntoma de que necesitamos nuevas formas de nombrar lo que nos está sucediendo”.

Arte para reflexionar sobre la vida virtual

“Recuerdo bien la primera vez que me crucé con un softboy en Internet: sus interacciones eran, primero, suaves, muy sutiles, casi siempre ocultas bajo un velo de aparente interés genuino sobre mi trabajo. Ligeras acciones que poco a poco iban convirtiéndose en conversaciones, consejos y, eventualmente, en la materialización de su presencia”, recuerda Ríos en el text curatorial sobre Softboy, la obra de Laura Tabarés de la exposición Lo (in)visible.

La pieza muestra a un hombre vestido de negro y un rostro cubierto con el blanco pelo de un cachorro felpudo.

“Al encontrarnos fuera de la pantalla en un museo, las interacciones livianas y empapadas de (falsa) empatía se convirtieron en juicios incisivos... Me costaba trabajo nombrar lo que había sucedido e, incluso, entender bien de dónde emanaba esa sensación de haber sido señalada, pues el performance de ese softboy no podía definirse como violento. ¿O sí?”, se cuestiona.

Piezas como la de Tabarés tratan sobre la vida que inicia en lo virtual y se traslada a lo real, un conflicto que se vuelve cada vez más significativo.

Para la artista y curadora, estas preocupaciones son más palpables entre los creadores jóvenes, y sus incisivos cuestionamientos se plasman también desde la creación digital.

“Hay mucha conciencia sobre lo que divide lo público y lo privado, sobre los influencers, y sobre la narrativa de la vida propia que se construye en redes”.

Una bienal con cuatro sedes

Veintidós artistas y colectivos fueron seleccionados para la segunda edición de la Bienal Universitaria de Arte Multimedial (BUAM), que se celebrará en octubre.

El encuentro Espacios líquidos: políticas de la pantalla tendrá cuatro sedes en la ciudad, entre ellas el Centro de Arte Contemporáneo (CAC), Arte Actual de la Flacso, Q Galería de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) y Parterre Galería de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE).

Byron Toledo, curador de Q Galería, indicó que la convocatoria sumó 118 aplicaciones de estudiantes, artistas y docentes, y que el proceso de selección contó con un comité técnico que revisó y agrupó las propuestas, las cuales luego fueron revisados por Ríos, quien dio su calificación definitiva.

Durante esta visita, la curadora conoció los espacios y visitó a los artistas seleccionados.