Elena Andújar respira flamenco

Para Elena Andújar, el flamenco no solo se nutre de los artistas y bailarines que se dedican a este arte. Sino que, según su criterio, más importante son los fanáticos y meros observadores de estos shows que, por sus gustos y experiencia en tablados, van reconociendo quién lo hace bien y quién no.

Su historia con este género musical ya estaba escrita. Su familia de parte de mamá es de Sevilla y es ahí donde nace este vínculo inquebrantable. Desde los 5 años, su abuela la llevó a ver shows de canto y baile, y aunque al inicio todos se preguntaban si esto influiría en su futuro, la respuesta fue sí.

A partir de los 13 años, Elena le dijo a su madre que quería dedicarse al flamenco y entró a una escuela de Matilde Coral y Rafael El Negro para perfeccionar las técnicas que ya había adquirido tan solo mirando. Fueron siete años de profesionalización que incluyó aprender otro tipo de danzas, pero su mente y corazón siempre estuvieron puestos en el flamenco.

Durante ese período, también dio clases y descubrió ese gusto por enseñar que hoy se ve plasmado en su escuela ubicada en el centro de Madrid. En febrero del 2024 celebrará su aniversario número 20.

La gran trayectoria de Elena en este ámbito artístico la trae de visita a Guayaquil por primera vez, donde presentará un tablao flamenco en el Hilton Colón. La cita es del 19 al 28 de julio, en el salón Portofino.

Viajes por el mundo

Cuando de pequeña soñaba con dedicarse al baile y al canto flamenco, Elena nunca se imaginó viajando por el mundo. Ahora de adulta, lo ve como una consecuencia natural de tener éxito en su profesión.

Conoce casi toda Europa y Estados Unidos, ha visitado Japón y de América Latina, solo Ecuador. Ya ha estado en Quito anteriormente.

Esto se ha debido a que ha trabajado con artistas reconocidos como Joaquín Cortés, Paco de Lucía, Pata Negra y Niña Pastori. Esto le dio a la española mucha experiencia, y ahora los viajes los hace con su propia compañía.

También en el canto

Entre todo lo que ha hecho, también está la grabación de un disco como solista. Un día, Elena fue llamada para grabar los coros de un disco de la artista Niña Pastori. Asistió al estudio de grabación que la citaron, hizo lo que le habían pedido, y ahí un productor se fijó en ella. Intercambiaron un par de conversaciones que llevaron al lanzamiento de una producción bajo su nombre. Estuvo visitando varios lugares gracias a él, pero luego, la vida la regresó a su pasión: el baile.

Espectadores fanáticos en todas partes

Elena no concibe su vida sin el flamenco y sabe que España tampoco. Ella considera que la valoración de este movimiento musical en su país ha sido en gran parte por el reconocimiento que tiene afuera. Extranjeros de todas partes del mundo llegan al país europeo en busca de tablaos, hecho que ha provocado reconocer lo importante que es en su cultura, sobre todo en el sur, aunque ahora ya se ha vuelto algo conocido en todo el territorio. “Entiendo que haya tanta afición, sobre todo en Latinoamérica, porque de alguna manera también es parte de su cultura por todo el intercambio que hubo años atrás. Cuando es algo real y no pretencioso como lo es el flamenco, la decisión la tiene el espectador y si lo entiende, lo va a disfrutar”, reconoce.

• “No soy yo muy consciente de haber soñado cosas y luego conseguirlas. Creo que ha sido un poco más al contrario, me han venido cosas y oportunidades maravillosas y pues ahí es cuando me he dado cuenta. Las reacciones han sido después”.

• “El flamenco es mi cultura, es mi profesión y es mi vida”.