La escena independiente, entre dos fuegos
Músicos y empresarios del ecosistema artístico guayaquileño opinan sobre su situación en los violentos tiempos actuales
En todo tipo de conflicto armado, siempre la población civil es la más perjudicada. Como parte de ella, los actores de la música independiente están en medio de un fuego cruzado. Por un lado, como víctimas directas o indirectas de la criminalidad y el terrorismo. Por otro, maniatados por decisiones gubernamentales que coartan su trabajo y no solucionan el problema de fondo.
La actividad artística y cultural lleva años sorteando virus asesinos y microguerras civiles, así que sus protagonistas tienen mucho que decir acerca de cómo sobrevivir a la adversidad, en un contexto de toques de queda y miedo colectivo.
Siempre será bienvenido escuchar opiniones con criterio, así que músicos y dueños de espacios donde se realizan conciertos comparten sus puntos de vista sobre la realidad actual de la escena, para enriquecer el debate.
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“El toque de queda no sirve. No puedes encerrar a toda una ciudad. Es pretender tener guardadito el problema, pero sin eliminarlo. Aparte de que es un golpe durísimo a la economía de la ciudad”, advierte el músico.
Aunque obviamente no todo tiene que ver con un asunto meramente mercantil. El arte, como actividad inherente a la naturaleza humana, “debe hacerle frente a la violencia, no contribuir con el miedo, con el terror, porque ese es el modus operandi de las mafias. Una sociedad con miedo siempre va a estar amaestrada. El arte debe tener una actitud más radical. Seguir con los eventos, con el compromiso social”.
Nico también habla de ciertos estigmas que se reflejan en actitudes contra el arte. Por ejemplo, “yo tengo muchos amigos que tienen tatuajes de tigres, gatos, perros, lobos, águilas. Incluso sé de una o dos personas que en estas batidas fueron detenidas y tuvieron que demostrar que trabajan en temas artísticos, para que las suelten. ¿Qué pasaría con los militares de otros países que tienen tatuajes y vengan a colaborar acá? Hay decisiones sin sentido”.
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Leer másVALERIA CARVAJAL, propietaria de Kruger Rock Bar
Kruger Rock Bar es uno de los lugares ineludibles en los circuitos de conciertos en el movimiento underground guayaco. Pero no se vive solo del prestigio y siempre hay cuentas por pagar.
“Aunque algunos consideren nuestro negocio menos importante, para nosotros es la pasión que elegimos y la fuente principal de sustento para nuestra familia. Nuestras ventas han disminuido un 70 %, y hemos sido víctimas de la delincuencia, lo que ha generado una percepción de que el centro no es seguro. La falta de cámaras de seguridad en la calle Panamá, donde estamos ubicados, ha propiciado robos durante la madrugada, afectando tanto a nuestros clientes como al negocio en general”.
Y hace otros pedidos: “Que bancos, arrendatarios y colegios sean flexibles al pedir pagos (a empresarios del entretenimiento afectados) sería una medida invaluable en estos tiempos difíciles. Con cuatro empleados inicialmente, ahora solo podemos mantener a uno debido a las dificultades financieras”.
“Necesitamos el respaldo de la comunidad y esperamos que nuestras voces sean escuchadas para preservar no solo nuestro negocio, sino también el tejido social que representamos”, finaliza.
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DAVID AYORA, guitarrista y propietario de Catapulta Records
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Leer más“Catapulta (local de ensayo, grabación y espacio para conciertos) ha sobrevivido porque hemos hecho un buen vínculo con las bandas y les damos un buen trato. Seguimos por la fidelidad de la clientela y porque las bandas, al igual que nosotros, tenemos ese espíritu de autogestión”.
Pese al clima de miedo que se vive desde hace meses, en noviembre de 2023 Catapulta albergó shows de proyectos de la escena hiphop y rap, y en diciembre conciertos tributo, con buena asistencia; pero “enero ha estado totalmente apagado por el estado de guerra, no solo el negocio de la música”.
Por eso, este mes “nos enfocaremos en las grabaciones, porque ya la gente ni siquiera está ensayando por miedo a salir de sus casas. Esperemos que mejore”.
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Leer másLas audiencias en Guayaquil han aprendido a sobrevivir en un constante estado de tensión. Pero los insólitos niveles de violencia actual han hecho mella. “Claro que hay miedo. Por ejemplo, en noviembre del año pasado en Milagro estaba programado un concierto que apuntaba a ser un gran festival, en una finca con piscina. Notoken estaba en el cartel, pero empezaron a correr rumores de que nos podían robar o ‘vacunar’, porque era en un lugar alejado. Al punto de que el mismo organizador le dijo a la banda que no vaya, porque él no podía contar con todas las garantías. Aunque el concierto sí se realizó, con las pocas bandas y público que se atrevió a ir”.
Y Salame también advierte que todos debemos estar atentos a que las acciones de defensa no se salgan de control. “Esperemos que la lucha de policías y militares sea como se debe, solo contra los delincuentes. No contra los rockeros. Recordemos lo que pasó en los noventa, cuando agredieron a la gente en Ambato (en el concierto de Cenotaph de México, en 1996). No queremos que si haya una tocada, los militares vayan a reprimirnos de manera absurda”.
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