
'El espantapájaros' busca su lado humano
La agrupación Argentino-Ecuatoriana Deus Ex Machina presenta la obra el 24 y 25 de febrero, a las 19:30, en el Teatro Nacional Sucre, en Quito
“Mi naturaleza de espantapájaros se confunde cuando la escucho cantar”, afirma desde un elevado andén el actor y director teatral Sebastián Cattán.
Ataviado con ropajes desgastados, un roído sombrero de paja y una careta que oculta su rostro, da vida a un muñeco campestre que sueña con despojarse de su naturaleza inerte y asumir una distinta.
Esta es la historia que narra El Espantapájaros, la obra más reciente de la agrupación ecuatoriano-argentina Deus Ex Machina, que se presenta hoy y mañana en el Teatro Nacional Sucre, en la capital.
Esta es la tercera temporada de la pieza teatral. La primera en el país fue en 2019, cuando la invitaron a participar en el Festival Internacional de Artes Vivas de Loja. Posteriormente tuvo una breve presencia en el Teatro Nacional Sucre, que hoy la vuelve a acoger.
En aquel entonces, se vio interrumpida por la declaración de la emergencia sanitaria de 2020. Tres años más tarde, los integrantes del colectivo, liderado por Cattán, dicen volver con “ganas de revancha”.
Para nosotros es muy importante regresar a mostrar esta obra y que la gente la vea. En Ecuador hay un gran nivel teatral, de gran calidad, y nosotros queremos sumarnos con esta propuesta, a la que le tenemos mucho cariño.
- TRES AÑOS DE ESCRITURA
El proceso de creación de esta poética obra, que se vive en escena sobre andamios y tablones, comenzó en 2017 en una pequeña habitación del barrio de Chacarita, en Buenos Aires, donde Cattán empezó a escribirla con una pregunta en mente: ¿Pueden las cosas en el mundo cambiar?
“Me cuestionaba mucho sobre si uno es capaz de cambiar su naturaleza. Ahí surgió la idea de responder a esa interrogante a través de una narración poética que arranca con un espantapájaros que trabaja en una colina, desde donde ve a alguien que le gusta. Pero los espantapájaros no caminan, no cantan, no escriben, no aman, y él se pregunta qué tan capaz es de cambiar su naturaleza para acercarse a quien ama”, detalla.
El texto, que tardó tres años en elaborarse, fue tomando forma con haikus, breves poemas japoneses, que están insertados dentro del guion, además de otros elementos literarios como poemas de Alejandra Pizarnik, sonetos de William Shakespeare e incluso el afamado relato de El mago de Oz.

- EL MOVIMIENTO COMO PROTAGONISTA
La conclusión del guion, sin embargo, no marcó el inicio de la puesta en escena. Durante un año y medio más, el colectivo se dedicó a ensayar y adaptar la historia.
“Nosotros, como grupo, evitamos entrar a la forma del guion, lo usamos como pretexto para la investigación corporal. El teatro se descubre en el cuerpo, no se le impone al cuerpo”, señala Florencia Zárate, actriz que da vida al personaje de Ella, la vecina de la colina de quien el espantapájaros se enamora.
A esta pareja solitaria se suman Astor, un árbol nómada que da todos los frutos, y Pedro, un cuervo al que le gusta presumir sobre sus viajes por el mundo.
En su aventura en busca de conquistar a Ella, el espantapájaros arriba a ciertas conclusiones. La más hermosa es la siguiente: “A este mundo le hace falta poesía. Mientras el durazno siga siendo el durazno, estamos condenados”.

- LA MÚSICA, LA CLAVE
En 2018, el artista brasileño Antonio Escobar le envió a Sebastián Cattán una pieza sonora en la que estaba trabajando. El actor y director, que se encontraba en el proceso de escritura de El Espantapájaros, quedó fascinado con ella y le pidió a Escobar que se sume al proyecto.
Curiosamente, el músico no grabó una pista con su banda sonora, sino que se unió al escenario.
“Yo subo a escena y desde ahí voy interpretando los sonidos del valle donde acontece la historia”, cuenta.
Añade que la parte más compleja de este proceso fue ir sumando nuevas aristas a lo que ya tenía construido..
Pasamos un año y medio armando la obra y se fueron sumando muchos sonidos... Era importante para mí que cada sonido fuera vital para la historia y que no solo llenara silencios.
- 15 AÑOS DE HISTORIA
El colectivo Deus Ex Machina se fundó en 2007 con dieciocho personas, incluyendo actores, músicos y productores.
A lo largo de los últimos quince años han escrito y montando once piezas, cuatro de ellas en el país. En su primera gira en Ecuador presentaron la obra Los pájaros. Le siguieron El modo de los días (2014) y Cállate (2015), hasta que en 2019 estrenaron El Espantapájaros.
Según Cattán, el nombre de la agrupación, Deus Ex Machina, que significa ‘Dios desciende en una máquina’, surge del teatro griego, como una imagen que describía el ingreso de fuera de escena de una deidad que modificaba la obra.
“Hoy en día, Deus Ex Machina implica un cambio de paradigma, que es lo que nosotros hacemos”, comenta.
El movimiento es clave en la exploración teatral del colectivo, y es lo que va modificando y dando sentido a las historias que ponen en escena.
“Nos centramos en el cuerpo y en cómo el movimiento genera posibilidad. Trabajamos juntos para encontrar matices y construir un lenguaje teatral que se extienda más allá del diálogo. En el cuerpo hay un saber y se acude a él para entender y transmitir lo poético”, explica el director.
Tras presentar El Espantapájaros en la capital, la obra se exhibirá en teatros de Cuenca, Ibarra, Riobamba y Tulcán.