La exposición de José Luis Macas se mantiene hasta el 20 de enero
La muestra Todo empezó amaneciendo se exhibe en Guayaquil en la galería Casa del Barrio
La especie humana, vanidosa como ninguna otra, se enorgullece de todos sus inventos, construcciones y teorías científicas. Sin embargo, a nuestro paso vamos dejando una estela de campos contaminados llenos de cadáveres, lo que no parece empañar nuestra arrogancia.
Es como si no importara matarnos entre nosotros o destruir el ambiente con tal de tener autos veloces, televisores gigantes, electrodomésticos, Netflix, comida chatarra a domicilio y todo lo que el dinero pueda comprar.
Por fortuna, aún hay mentes lúcidas como José Luis Macas que con su trabajo buscan mover nuestros cimientos y reconectarnos con un entorno al que, más que considerar nuestro hogar, tratamos como un enemigo.
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Lo que llamamos civilización defiende manipular y exprimir el planeta para satisfacer nuestros caprichos.
El afán civilizatorio se pone encima de todo y se cree con la potestad de controlarlo todo, una idea que es muy ingenua además.
Humor, eje de la obra de José Guijarro
Leer másSiempre la humanidad está en plan conquista: conquistar la selva, el mar, el espacio.
No nos preocupamos por observar. Y es terrible porque esa observación es lo que nos permite llegar a una comprensión de todo el entramado de la vida, para como humanos saber responder a toda esa sinergia, esa coexistencia entre las distintas formas de vida.
Ese es el modelo global: consumir y aplastar.
Sí, pero la propia geografía nos sigue recordando su dimensión y potencia, y nos ubica en la proporción en que funcionan estas relaciones. La ‘expo’ toca esos temas y busca sensibilizar. Porque hay un discurso, ideas, reflexión, pero la experiencia artística va más allá de lo racional. Está más ligada a la percepción sensorial, y eso nos despierta una memoria, porque también somos materia. La tierra, el agua, la luz integran mis proyectos como un elemento constitutivo. No son un accesorio.
Más que comprender, es una cuestión de sentir.
Es chévere tener buenas ideas sobre realidades complejas que vivimos como sociedad. Pero la palabra es como un chicle, está tan masticada. Incluso en un momento hay una devaluación del discurso, de términos de los que muchos demagogos se han apropiado.
Más allá de lo visual, en su exposición hay otros elementos, sonoros, táctiles.
Sí, busco despertar hábitos que se han ido empolvando y sedimentando. Capacidades de nuestro propio organismo que se han adormecido o atrofiado.
Pero que no se han perdido.
Claro, están ahí. Y creo que eso mantiene viva la esperanza en mí, pero no en un sentido ingenuo. Lo he constatado con mi propia vida y obra, como alguien que se ha planteado estos proyectos, heredando un legado cultura. Y no es que por heredar algo que está comprendido desde la ancestralidad, se debe eliminar nuestro presente.
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Su obra no es un manifiesto contra la modernidad.
Chévere la tecnología que se empate con la diversidad de la vida. Que ecualice, de alguna manera, ese orden jerárquico de los distintos tipos de vida. Ahí la memoria es clave, porque es una especie de órgano que conecta el lenguaje, inconsciente, pensamiento con el cuerpo, que es materia.
Como usted dice, hay una memoria. Aún conservamos el recuerdo de cuando vivíamos conectados con la tierra.
Si uno no comprende esa vida, ¿cómo podemos proyectar tener una permanencia un poco estable en este mundo?
LA 'EXPO': 2013-2023
Todo empezó amaneciendo reúne 10 años de trabajo, de 2013 a 2023.
Sí. Empezó sobre todo mirando el sol, en un entorno como la capital, con sus singularidades geográficas. Quito es un ‘chorizo con patas’, algo alargado de norte a sur, con montañas en el lado oriental y occidental, como aquí en Guayaquil tienen el río, por ejemplo.
Los páramos son el eje de una exposición
Leer másEsa singularidad geográfica es determinante en el comportamiento y en cómo nos recreamos la realidad.
Ver a diario las montañas, las cuestas, el hecho de estar a dos mil y más de metros sobre el nivel del mar, moldea un comportamiento y yo he sido muy sensible a esto. Durante 10 años me he dedicado a hacer caminatas durante solsticios y equinoccios, y he tomado como referentes las festividades andinas, que referencian al sol; ciertas comidas y cuestiones científicas de antropología y astronomía, para encontrar puntos de observación del sol y comprender mejor la luz y la forma de Quito con relación a su entorno geográfico.
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Comprender la realidad, pero no desde el tiempo humano, sino un tiempo marcado por el sol.
Cuando uno observa el amanecer y el atardecer en las zonas montañosas, precisamente las montañas son un referente visual fijo para ver de dónde a dónde se mueve el sol. Algo que los pueblos ancestrales durante siglos.
Y eso es también conocimiento, ciencia.
Pero no hay esa división entre lo ritual, la fiesta, lo lúdico y lo científico. El arte integra todos estos aspectos. Y tampoco tiene que demostrar nada a ciencia cierta. Pero a través del arte, uno puede realizar todas esas constataciones. Por eso el arte es valioso.
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