Flora Martínez: "Frida Kahlo encarna el feminismo sin ser feminista"
EXPRESIONES conversó con la actriz de Frida libre, el monólogo que se estrena este viernes, a las 20:30 en el Teatro Sánchez Aguilar.
A casi siete décadas de su muerte, es innegable que Kahlo continúa siendo de las artistas más representativas de cultura latinoamericana. Su nombre es evocado año a año a través de homenajes que derivan en recitales, exposiciones, documentales y obras de teatro. Una de las más aclamadas en los últimos tiempos ha sido Frida libre, la propuesta de la actriz colombiana Flora Martínez (42), conocida en Ecuador por la película Rosario Tijeras y la telenovela Vecinos.
EXPRESIONES conversó con ella para indagar más de su propuesta que se estrena hoy en el Teatro Sánchez Aguilar.
¿Recuerda el instante preciso en que se ‘enamoró’ de Frida Kahlo o se interesó por ella?
Fue con uno de sus cuadros, tenía 14 años y no sé... me marcó, me llamó, me agarró.
¿Desde estudiarla a profundidad hasta interpretarla. Qué descubrió en ese proceso?
Creo que todos tenemos en nuestras cabezas a una Frida con coraza, la que ella necesitó crear para que fuera su propia fuerza. Desde jovencita describe a otra Frida que bailaba, corría y la recrea en sus propios cuadros. Creó una especie de alter ego que podía con todo en contraparte con la que canalizaba el dolor a través de su arte.
¿Lo que más la sorprendió en esa exploración?
Como siempre la vi como un personaje apasionado y con tanto dolor, pensé que pintaba a lo Van Gogh con toda esa locura y vehemencia. Pero fíjate que no. Como yo comencé a pintar el cuadro Las dos Fridas que aparece en la obra, me di cuenta de que ella, al querer ser médico y pintar la tijera, la vena y la gota de sangre con minuciosidad, narra su sufrimiento de tal forma que puedo decir que fue más novelista que pintora. Frida cuenta historias a través de sus cuadros que tienen muchos fondos.
Actrices que han retratado a Frida hay varias, desde Ofelia Medina hasta Salma Hayek pero... ¿cuál es su composición particular?
Componerla a través de su trascendencia. Cuando ella estaba en la clínica, toda rota, no podía moverse y ella escribe: “El cerebro es el músculo más importante”. Encuentra en su cabeza su liberación. Una mujer obligada a estar postrada tanto tiempo, que uno no alcanza a conocer la envergadura de la imposibilidad del movimiento, siendo ella tan rebelde, transgresora y con energía.
¿Alguna otra revelación?
Su sentido del humor. Fíjate alguien pensaría que no fue así, con tanto drama y sufrimiento. Pero el humor es lo que la salva y es que lo hallé también en algunos de sus cuadros. Encuentras en su cabeza una mente muy grande, incluso más que la del genio de Diego Rivera con sus murales, pero en su verdad, honestidad y brillantez lo supera.
¿A qué atribuye que el apetito por ella continúe vigente?
Más vigente que nunca (sonríe). Ella encarna la rebeldía, el hecho de no dejarse dominar por un hombre, al que le dice “si me jodes, me voy con una mujer”. Ella encarnó al feminismo sin ser una feminista.
Justamente se cuestiona si Frida Kahlo es un ícono del feminismo, tomando en cuenta que dependía de Diego Rivera y soportó infidelidades. Hasta su hermana se acostó con él.
De acuerdo. No fue una feminista, dependió de Diego hasta el último de sus días a nivel afectivo. Pero también era alguien rebelde, que siempre repetía que podía sola. Los artistas muchas veces buscan vanagloriarse, mostrar su mejor lado, pero ella expone sus defectos de una manera tan honesta. Su obsesión en el amor, su dependencia. Inclusive en su diario escribe lo más defectuoso de ella. Es algo hermoso porque nos deja un mapa de ruta. Imposible ser más transparente que Frida Kahlo. Y hoy es tan necesario en un mundo superficial.
Sé que le ha ido muy bien con este monólogo que lo ha presentado en diversas partes del mundo y ahora toca Ecuador.
Tengo que darle todo el crédito a mi esposo, un pianista de jazz. Yo como actriz, mujer y amante de Frida tengo toda la profundidad, pero José (Reinoso) ve la reacción de la gente, porque está entre el escenario y el público. Tiene esa noción de lo que los espectadores quieren y necesitan. Si la hubiera hecho yo, sería demasiado dramática (risas). Es una combinación perfecta para que sea vista hasta por un niño porque no hay morbo.
¿El amor dependiente se pudiera traducir a baja autoestima?
En la obra una de las interrogantes que surge justamente es si ella se hubiese llegado a querer un poquito más. Pero supongo que por su accidente, la época y porque Diego era su maestro, lo admiraba y lo amaba. Fue su motor de vida, su último poema era para él, mientras que el arte significó su tabla de salvación. Un amor en el que muchas mujeres, inclusive hombres, crean. Esa dependencia por el otro, pero en el monólogo lo mostramos y quieres abrazarla en su última hora de vida en la que finalmente se libera. Por eso se llama Frida libre.
¿Cuánto de Frida hay en Flora?
Muchísimo. Para mí fue como una catarsis. De volcar los demonios hacia personajes, de entenderte a través del arte. Esa relación que crea con el espejo, de entenderse, dibujarse y profundizar sobre ella misma, yo también lo he hecho con mis papeles.
¿Le hubiese gustado tomarse un tequila con ella?
Por supuesto y por varios días (risas).
¿Y qué le hubiese dicho?
(Piensa) Nada. Solo la abrazaría.
“Imposible ser más transparente que Frida Kahlo y hoy es tan necesario en un mundo superficial”