Gabriella Moya: En honor a las propias raíces
Desde Luxemburgo, esta quiteña lanza Awka, una marca de moda sustentable que honra las 14 etnias del Ecuador
Entre la tarde en Luxemburgo y el amanecer en Guayaquil inicia el diálogo con Gabriella Moya. Le hace mucha ilusión saber que se cuente el trabajo que ha estado haciendo con artesanas ecuatorianas, nos dice.
Esta quiteña, a quien la profesión y el amor la llevaron a vivir en el otro continente, siempre ha estado vinculada con el mundo artístico y cultural. Sin embargo, desde la pandemia volteó su mirada a la industria de la moda sustentable para hacer sonar el nombre de Ecuador a través de Awka.
Aquella es su marca y la que hoy mueve sus días. Desde embajadas hasta galerías de arte, son varios los escenarios que se exhiben sus prendas hechas por mujeres portadoras de un saber ancestral en cuanto a técnicas y tejidos.
Con menos de un año en el mercado, cuenta cómo en su vida todo se fue hilando hasta llegar a este desafío. Y así sacó su lado de mujer valiente, tal como significa su marca traducida del quichua al español.
Películas para pasar con tu 'crush' en San Valentín
Leer másRevalorizar lo nuestro
Gabriella aún recuerda sus exploraciones en la selva de la mano de su abuelo Jorge, cuando ella tenía 9 años. “Él tenía historias increíbles, documentaba todo, filmaba todo”.
Esas mismas historias se las contó a su hija Inés, desde casa, en los días de confinamiento. “Para mí es importantísimo mantener vivas las raíces, las tradiciones. Con ella íbamos leyendo libros y le contaba vidas de mujeres valientes como las Waorani y su trabajo por proteger las selvas ecuatorianas”.
Con esas ganas de querer documentar y también de dejar un legado para su hija, creó la marca Awka.
Para ello se apuntó en cursos sobre sostenibilidad y moda, lo que la llevó a ser parte del movimiento fashion revolution. Y con ese bagaje empezó a tomar forma lo que hoy es su marca.
En el camino, lo que más le impactó a Gabriella fue “lo difícil que es para las comunidades ecuatorianas mantener su patrimonio cultural en este mundo cada vez más consumista”, asegura. Y añade que eso la llevó a esforzarse por “dar un nuevo significado a la moda de lujo, utilizando las técnicas centenarias de estas comunidades para desarrollar prendas vanguardistas”, explica.
La marca Ecuador
El primer piloto lo lanzó en junio de 2022 en Luxemburgo. Alquiló una casa de tres pisos para hacer que los invitados (entre ellos, clientes potenciales) vivan una experiencia como si estuvieran en la selva y los andes ecuatorianos.
“La decoré en dos días con texturas, sonidos, olores basados en la cosmovisión de los pueblos indígenas. En el primer piso, los invitados entraban a Ukhu Pacha, el inframundo, donde todo regresa y donde daban la bienvenida modelos que son de la comunidad latina de Luxemburgo. En el segundo piso estaba la Kay Pacha, el mundo medio o terrenal, había exposición de documentales sobre Ecuador y una de gastronomía típica. En el tercero, estaba Hanan Pacha, el mundo superior y el reino de los dioses incas o el universo, allí es donde se expusieron las prendas de Awka”, explica.
Si bien esa exhibición fue un éxito, pulió el concepto y, en diciembre, lanzó lo que hoy promueve su marca: honrar las 14 etnias indígenas del Ecuador y contar sus tradiciones por medio de las prendas del país, como la Épera, Chachis, Awá, Tsáchila, entre otras.
Desde coloridos ponchos, vestidos, bolsos, cinturones, carteras hasta sombreros, todo tiene un toque diferente al resto de marcas, ya que, a partir de sus formas y tradiciones, convergen con estilos más vanguardistas. Hay cinturones, por ejemplo, que tienen como dije a las mujeres Venus de la Cultura Valdivia. Los ponchos, en cambio, llevan un forro de seda en el que se han bordado poemas en quichua. “Los ecuatorianos estamos perdiendo nuestro idioma de origen y es una pena”, sostiene.
Con viajes de ida y vuelta a Ecuador y acompañada de su hija, ha documentado el proceso. Todo ello con el fin de que cada ítem tenga un código QR para que quien adquiera la prenda conozca lo que hubo detrás. De ahí que en los videos se puede ver a su equipo conformado por mujeres cabezas de hogar de comunidades como Peguche, Otavalo, Cotacachi, Gualaceo, Sígsig y Macas.
“Estamos logrando que haya otro tipo de interés en Ecuador. Mostramos prendas de alta calidad que llegan a ser de lujo por su elaboración, ya que se resalta desde quienes las hacen hasta su técnica ancestral”, explica orgullosa.
Ha participado en Pop Up dentro de galerías de arte en ciudades como París y Luxemburgo para la venta de sus prendas. Ahora se alista para próximas invitaciones, como el Festival de Cine Internacional, donde representará a Ecuador a través de sus documentales con el fin de mostrar cómo se produjo Awka. Asimismo, se viene el Fashion Week Latam en Madrid y otra invitación en la embajada de Bruselas en Bélgica.
Gabriella no para. Así es esta mujer que nació en medio de los Andes y que ahora se esfuerza por ayudar a “descubrir Ecuador y la riqueza de sus tradiciones culturales a través de prendas hechas por mujeres y que abrazan mujeres”.
Entre documentales y el slow fashion
Gabriella siempre se ha movido en el mundo creativo entre festivales y producciones audiovisuales no solo en su ciudad natal, sino en países como Colombia, México, España e Inglaterra.
En Ecuador, por ejemplo, fue realizadora de arte y formó parte de un programa de televisión producido por la Casa de la Cultura Ecuador, en el que realizaban documentales sobre artistas y tradiciones culturales de diferentes rincones del país. La cámara entonces fue su instrumento de trabajo.
Cuando se le pregunta cómo hizo base en Europa, cuenta que en entre viajes para especializarse en documentales culturales y obtener su máster en Coproducción Iberoamericana, llegó el amor.
Fue aquello lo que la llevó a asentarse primero en Londres. Con el matrimonio y luego la maternidad, por cuestiones de trabajo, ella y su pareja se trasladaron a Luxemburgo, donde también pudo desenvolverse en el ámbito de la gestión cultural.
Pero, ¿cómo llega una documentalista al ‘slow fashion’? “No te digo que lo busqué. Sencillamente, me llegó... Como documentalista, extrañaba contar historias por medio de la imagen. Sentía nostalgia de viajar con mi cámara. Y, por otro lado, surgió en mí la necesidad de contribuir de alguna manera a las comunidades del Ecuador, no en el estilo de caridad, sino contribuir con saberes, y creando en conjunto”, expresa.
La pandemia se convirtió en un momento importante, pues comenzó a indagar cómo y con quién podía generar un proyecto de impacto positivo que beneficie a estas comunidades ecuatorianas y que, a la vez, le permitiera volver a contar historias desde lo audiovisual. Y así se encontró con la creación de tejidos y tradiciones artesanales como un resultado de la identidad cultural.
Valeria Vélez: “Dar es mejor que tener”
Leer más