Gambito de dama: una excelente película atrapada en una mediocre serie
"Gambito de dama es una serie, a mi gusto, sobrevalorada y su escueta historia no es suficiente para rellenarnos 7 episodios"
Alguien alguna vez me preguntó: ¿Para qué escribes reseñas? Y ciertamente nunca me había abierto a responder una pregunta de ese tipo. Este, ahora, hábito mío empieza más bien como un escape a mis otrora frenéticos días. Escribir me gusta, me enseña, me permite expresarme más allá de mis propios límites. Combino entonces este placer con mi sempiterna afición al celuloide y el arte en pantalla. Chica o grande, ahora da igual. No es mi intención criticar algo o creerme superior a los demás. Producto de esta última reflexión ha sido que, desde hace algún tiempo ya, he dejado de colocar puntajes en mis reseñas. No me siento en derecho de calificar numéricamente, tan solo de opinar. Tú y yo podemos disentir y pensar diferente, se trata de gustos y aquellos son lo más personal que podemos tener. Eso sí, al leer mis reseñas tienes mi compromiso de que me he preparado para escribirlas. No solo en el ámbito técnico, sino en el trasfondo de las historias que, semana a semana, te comparto y recomiendo.
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Leer más¿Por qué hago esta aclaración que nadie me pidió? Porque al hacer mi trabajo de investigación sobre Gambito de dama me doy cuenta de que, según Google, el 98% de las personas gustan de esta serie. ¡Vaya! Al parecer soy de ese 2% restante.
Gambito de dama es una, por ahora, miniserie de Netflix que nos presenta a Beth Harmon, interpretada por Anya Taylor-Joy, una niña huérfana que descubre su gran potencial en el ajedrez. Su vida transcurre entre su degradación en tentáculos del alcoholismo y su escalada en el deporte ciencia que, finalmente, la llevarán a la cúspide mundial y a la gloria. La historia está basada en una novela, del mismo nombre, estrenada en 1983 y escrita por Walter Tevis. 7 episodios componen la serie los cuales están marcados por una repetitiva dualidad: la miel de las victorias en las competiciones de ajedrez, y el auto-boicot de la protagonista reflejado en su vicio y mala vida.
Técnicamente, Gambito de dama es muy sobresaliente. El diseño de producción es muy admirable: vestuarios, ambientación, cinematografía. Se respira, encomiable y veraz, la recreación de la década de los 50 y 60. No solo en Estados Unidos, de donde la protagonista es oriunda, sino además de países como México o la antigua Unión Soviética, donde ella viaja para competir. La dirección es elegante y se nota un esfuerzo por buscar insaciablemente la simetría en los planos y ejecución. Scott Frank, director y creador de la serie, busca llevarnos a la primera fila en cada partida de Beth y lo cumple. Sus primeros planos son atrapantes y, acaso, asfixiantes. En fin, en el plano técnico no es donde Gambito de dama flaquea, al menos no en mi humilde opinión. Mi decepción está en el desarrollo argumental de una historia que, a mi gusto, carece de emoción.
Y no tiene que ver con la interpretación de Anya Taylor-Joy. Creo que ella reluce en su papel tanto como el guion se lo ha permitido. Y es que a mi Beth Harmon no me ha representado un personaje interesante, su historia me sabe plana, sin motivaciones y sin una construcción que edifique a lo largo de la serie. No me fue posible empatizar, por ejemplo, con un personaje que nunca pierde por méritos del rival sino más bien, por sus propias debilidades. Jamás se nos presentó un reto para Beth mayor que su propio vicio. Este pequeño, pero potente sinsabor, me hacía perder el interés en cada episodio, simplemente porque el anunciado final estaba cantado y era muy evidente cuál era la intención del director. Arrancamos con una niña prodigio y terminamos con la misma niña que gana porque, finalmente, venció su vicio. Esto minimiza la destreza de los rivales que caen apiñados, uno tras otro, durante toda la serie. Y allí Gambito de dama pierde quizá lo más importante, a mi modo de ver: la capacidad de reflejarme en los personajes que veo.
Alrededor de Beth orbitan muchos personajes secundarios cuyo desarrollo es mínimo. Se dice muy poco sobre ellos que, en ningún caso, logran ser trascendentales para la historia. El único de ellos que se me presentó como excepción de la regla fue la madrastra de Beth. Pudiera decir, incluso, que la presentación e historia de este personaje me resultó mucho más convincente que la misma Beth.
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Leer másGambito de dama es una serie, a mi gusto, sobrevalorada y su escueta historia no es suficiente para rellenarnos 7 episodios. Al respecto pienso que hubiera sido una gran película. Es un hermoso cascarón vacío en su interior, carece de presentarme una motivación ingente por seguir la historia de su personaje principal lo cual es, para mí, la piedra angular de toda memorable serie. He leído que Netflix está pensando en quitarle el título de “mini-serie” para seguir desarrollando su historia en una nueva temporada. Me pregunto ¿realmente hay aquí más historia que contar? O será probablemente que el rating esté tentando al servicio de streaming en crearnos otra “casa de papel”. El tiempo lo dirá.