Los gatos y su lado místico
Se estresan con facilidad y se les atribuyen características que vale la pena mencionar
Se dice que los felinos son egoístas, independientes y poco amables. Sin embargo, lo que pocos saben es que tienen una misión en la vida de los humanos. En muchas culturas se los considera como auténticos guardianes espirituales, como en China o Japón, donde existe un gato de la suerte, Maneki Neko, que aleja los malos espíritus y atrae la buena fortuna, según las creencias.
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Para los egipcios, los mininos eran animales sagrados, un símbolo de protección. Estaba prohibido lastimarlos, al punto de que si alguien lo hacía, podía pagar con su propia vida.
El profeta Mahoma los amaba. Inculcaba el respeto y la compasión hacia ellos y, por el contrario, condenaba el maltrato. Son tan puros, decía, que tienen un lugar reservado en el paraíso.
El silencio de los cementerios
Es común verlos en muchas partes, pero cuando se visita un cementerio encontramos colonias de gatos. Estos son lugares tranquilos y silenciosos a los que no acuden muchas personas (con excepción del Día de la Madre o Día de los Difuntos) y en los que existen bastantes escondites que ellos pueden utilizar siempre que tengan la necesidad.
Existen famosos panteones en los que se encuentran muchos gatos, entre ellos el San Fernando, en Ciudad de México; Père Lachaise y Montmartre, en París; o La Recoleta, en Buenos Aires. Y en nuestra ciudad, el Cementerio General.
El veterinario Ernesto Moncada comenta que los gatos se estresan con facilidad. “Aman la tranquilidad y en los camposantos no hay perros. Son felices cuando no hay ruido. Ahí se forman las colonias, que son grupos de gatos callejeros que viven juntos en un lugar determinado. También estas colonias se encuentran en algunos parques”.
Además estos animales “son alimentados por voluntarios, por lo que el cementerio se convierte en un lugar idóneo para ellos. Pueden caminar tranquilos sin que nadie los moleste, ni corren peligros como que un carro los atropelle. Otra razón es que la gente cree que los panteones son botaderos de gatos, los dejan ahí, se acostumbran y se quedan”, añade el doctor Moncada.
El 2025 acaba de empezar y muy pronto, el 20 de febrero, será el día internacional de estos animales de compañía. Hay dos fechas más, el 8 de agosto y el 29 de octubre.
"Son un puente entre lo material y espiritual"
El comunicador animal Gustavo Segale considera que los cementerios son lugares tranquilos, con poco ruido y actividad humana, lo que es atractivo para los gatos. Además, allí pueden encontrar alimento (aves o roedores).
“También se cree que los gatos son sensibles a las energías. Al ser los panteones espacios cargados emocional y espiritualmente, algunos los consideran guardianes de esas energías o presencias”, sostiene.
Algunas creencias sugieren que los gatos tienen la capacidad de proteger a personas o lugares de energías negativas y que actúan como vigilantes espirituales.
“Su comportamiento, como sentarse en un sitio específico o mirar ‘algo invisible’, alimenta la idea de que están atentos a lo que nosotros no vemos”.
Los gatos tienen sentidos más desarrollados que los humanos, con una visión excelente en la oscuridad y un oído agudo.
“Eso les permite captar estímulos que para nosotros son imperceptibles, y muchos creen que eso incluye energías o presencias que no están en el plano físico”.
Segale agrega que por su sensibilidad, se cree que los gatos son puentes entre lo material y lo espiritual. “Algunas personas dicen que los gatos pueden equilibrar las energías de un lugar y hasta acompañar a las almas en su transición al más allá”.
Cuando uno de estos felinos pierde a su humano, puede mostrar comportamientos como quedarse en sus sitios favoritos o dormir junto a sus pertenencias, “como si estuviera acompañando su energía. Se dice que pueden ‘ver’ o percibir el momento de la transición y permanecer cerca para proteger o acompañar esa conexión espiritual”.
“Me gusta creer que son mágicos”
Cuenta la comunicadora Lucy Pazmiño que tiene ocho gatos adoptados, con personalidades distintas, “pero con algo en común: su intenso ronroneo. Por coincidencia o no, lo asocio o lo percibo más cuando estoy estresada, cansada o triste. Esa extraña vibración que hacen cuando están en mis pies o cuando duermen sobre mí, hace que me olvide de cualquier problema”.
Añade que alguna vez alguien le dijo que su casa estaba más que protegida de energías negativas con ocho gatos viviendo en ella. “Recuerdo que la comparación fue como si tuviera varias lámparas de sal renovando todo el tiempo el flujo de energía. Y de verdad lo creo. Cerati, mi noveno gato, que murió hace varios años, partió justamente en un momento denso de mi vida, había mucha mala vibra a mi alrededor y muchos conflictos. Siempre pensé que él había absorbido esa energía por mí. Después de su partida, parecía haber entrado luz en medio de tanta densidad. Tal vez solo fueron hechos paralelos, pero en mi cabeza, él se llevó lo negativo. De hecho, tengo un cuadro que me dio un amigo en el que Cerati aparece jugando con alas. Con eso lo digo todo”.
Ella cree que son seres misteriosos “que me acompañan silenciosamente, solo están allí: serenos, altivos, vigilantes, como unos cuidadores de lo energético, de lo divino (por algo eran considerados así en el antiguo Egipto). No sé si los gatos son mágicos, pero me gusta creerlo”.
La relación con los santos
En la vida de muchos santos ha estado presente un gato. Su patrona es santa Gertrudis de Nivelles (foto). En la época medieval, muchos artistas representaban las almas del purgatorio como ratones, por lo que las pinturas y esculturas de la santa tenían ratones subiendo por su vestimenta. Con el paso de los años la gente empezó a rezarle por la infestación de roedores. Por esta razón, en las últimas décadas, el fervor popular la ha asociado con los gatos.
Se cuenta que santa Clara era muy aficionada a una gata que llegó a habitar en el convento de san Damián. Un día se encontraba muy enferma, necesitaba una servilleta y no podía moverse, por lo tanto Gattucia fue a buscarle una. Mientras se la traía, la gata la arrastraba por el suelo. Al verla, ella la reprochó, y el animal envolvió bien la tela para que no tocara el suelo y se la entregó. De esta manera le dio una enseñanza: que no vale solo la buena voluntad de hacer algo, sino que hay que hacerlo bien.
Un día san Martín de Porres encontró un felino que maullaba de dolor, pues le habían roto la cabeza de una pedrada. El santo lo invitó a acompañarlo a la enfermería para curarlo y este lo siguió. Después de haberlo vendado, le dijo que volviera al día siguiente para continuar con la medicación. Y así lo hizo.
Santa Gema Galgani era muy admirada en vida por sus dotes místicos, y muchos querían conocerla. A ella esto la importunaba, porque prefería vivir en la contemplación. Un día un sacerdote fue a visitarla por ese motivo. La santa se puso a jugar con el gato de la casa para parecer una chica juguetona, por lo que el religioso se desilusionó y se fue.
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