Guardarraya: “También tenemos algo de monos”
La banda quiteña celebra sus 25 años con un festival el 22 de este mes, en la Plaza de Toros de la capital
Quito, más que un escenario, es el personaje principal en las canciones de Guardarraya. Un protagonista con su propio lenguaje y secretos, a ratos tierno y juguetón, a ratos violento y taciturno, pero siempre orgulloso de lo que es y del lugar que habita.
Todos los Luchos, todos
Leer másEn estos tiempos en los que pareciera que buscamos nuestra identidad en tierras lejanas y no en el terruño, y todos queremos ser (o al menos parecer) algo distinto de lo que somos, Guardarraya nos recuerda el valor de la autenticidad.
Están próximos a celebrar sus 25 años como banda con un concierto el 22 de junio en la Plaza de Toros de la capital. A última hora se cayó del cartel el grupo colombiano Bomba Stereo, pero la lista de amigos que los acompañarán (confirmada por la banda el miércoles por la noche) incluye a Lolabúm, Carlos Cortez, El Retorno de Exxon Valdez, La Máquina Camaleón, Don Medardo y sus Players y Swing Original Monks, con Carlos Michelena como invitado de lujo.
El vocalista Álvaro Bermeo y el guitarrista Mateo Crespo comparten con los lectores de EXPRESIONES varias de las enseñanzas aprendidas durante todos estos años de recorrido y una que otra historia de su enorme anecdotario.
La música como motor
¿Cómo han mantenido estos años su amistad, con el peso añadido que implica sacar adelante una banda juntos?
Mateo Crespo: Hemos tenido la suerte de que desde un inicio, nuestra amistad se estableció a través de la música. Yo al Alvarito lo conocí por la música. Y un poquito después al (baterista Andrés) Caicedo también. Y de la misma manera con los demás miembros. La música es el motorcito que nos ha permitido sobrellevar muchas cosas que han pasado.
Porque los roces son inevitables.
MC: Claro. Durante los 25 años que vamos juntos, hemos tenido problemas, separaciones, broncas, rompimientos.
No todo es color de rosa.
MC: Existe el tema de la amistad profunda, honesta y transparente. El Alvarito es el hermano que no nació de mi mamá; es la persona en que yo más confío después de mi esposa. Pero ya en el tema práctico de la sociedad que significa Guardarraya, que es un ente endemoniado de cinco cabezas, lo que nos ha sostenido es que el corazón le pone el ritmo de la música.
¿Cuáles son sus planes para después de festejar su aniversario?
Álvaro Bermeo: Se viene la sorpresa de un disco de un concierto sinfónico que hicimos (en noviembre de 2023 en el Teatro San Gabriel). Para nosotros fue conmovedor llegar al teatro y ver a un montón de músicos profesionales con un director al frente tocando las cancioncitas que uno tocaba en su casa y decía: “¿Y esto a quién le va a gustar?”.
Y en cuanto a nuevos temas, ¿se inclinarán por lanzar singles como es la tendencia o un trabajo larga duración?
ÁB: Después de julio nos sentaremos a ver qué más hacemos. También siempre está la posibilidad de salir a tocar a otros escenarios internacionales o volver a otros en los que ya hemos estado. Un faro que siempre nos ha jalado ha sido grabar nuevos discos. Entonces, no sería raro que nos concentremos en uno nuevo.
De la calle a los grandes festivales
¿Qué tipo de escenario prefieren: los sitios pequeños e íntimos o los megafestivales?
MC: Lo que venga, ‘brother’, lo que venga.
ÁB: Nos encanta cuando nos pagan por adelantado (risas).
MC: Cada integrante tendrá su propia postura, pero siempre intentamos tocar con la mayor alegría y poder ejecutar y transmitir lo que somos.
¿Qué diferencias sienten?
MC: Los escenarios muy grandes son muy divertidos y también muy fuertes energéticamente, pero creo que Guardarraya siempre va a ser más teatral que de tarima grande. Muy chiquito ya es medio incómodo.
ÁB: Tanto en lo musical como en lo escénico, el teatro te da más recursos. En los conciertos grandes tienes al público, a la masa, pero ahí a veces te pierdes. Y en un sitio muy chiquito, puede que de pronto entre alguien al que le debes plata, algo que no te va a pasar en un megaconcierto (risas). Porque nosotros pasamos de tocar en la calle o en teatros ante dos personas o ante nadie, a tocar frente a 15.000 asistentes.
Eso de alguna manera los volvió ‘todoterreno’.
ÁB: Por ejemplo, para mí es un paso obligado pararse en una esquina y tocar ante gente que no sabe quién eres, que nunca te ha visto, que capaz no le gusta lo que tú haces, pero hay que enfrentarse a ese público espontáneamente y ver qué pasa. Me parece que eso es importante en el desarrollo de la carrera musical de un artista.
Más aún en una época de sobreproducción e imágenes con filtros.
ÁB: Ahora que hay tanta parafernalia, es superfácil que se arme algo postizo que se vuelve famoso, pero no tiene condumio. Yo me asusto cuando veo mucha parafernalia, porque cuando quitas todo eso, puede que no quede nada. A mí me gusta que el artista ‘llucho’ (desnudo) o maquillado demuestre lo que es.
MC: Por fortuna, ahora tenemos los medios para montar una infraestructura importante y contar con un equipo de staff, video, luces. Pero hace dos años tocamos en España, en Madrid y Barcelona, y fue como volver en el tiempo una década, porque nos tocó cargar los instrumentos, conectar los cables, revisar los pedales, usar monitores de piso. Pero lo sacamos adelante. Cuando no haces todo el proceso de partir de la guitarra de palo e ir creciendo hasta llegar a un escenario grande, sino que desde el inicio aprendes a estar arriba, al rato que te bajas te estrellas durísimo.
Quiteñísimos
Mateo Crespo
“Mar, tengo que confesarte la verdad: me gustan las montañas mucho más, me llenan de tanta seguridad. Tus olas ya me empiezan a asustar”, dice la letra de su canción Ay mar, toda una declaración de amor a los paisajes andinos.
Cuando le comentamos al respecto, Álvaro nos dice: “Es que somos serranos. Lo que pasa es que yo veo que no hay problema cuando cantas como argentino en el estadio, incluso aquí en Quito la gente se españolizaba en la Plaza de Toros; pero cuando demuestras tu amor por tu ciudad, cuando te quiteñizas, parece fuera de lugar. Creemos que todo lo de afuera es mejor”.
Y añade: “Pero también hemos disfrutado de la comida de la Costa, de su música, de sus paisajes. Es más, la palabra ‘guardarraya’ (camino estrecho entre dos espacios cultivados) es de origen costeño. Así que también tenemos algo de monos”.
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