Helen Balarezo: "Transformo lo común en extraordinario"
Del diseño gráfico pasó a crear accesorios con elementos de la naturaleza.
Su dinamismo y pasión por el arte se perciben rápidamente al dialogar con María Elena Balarezo. Luce mucho más joven de lo que dicen sus años (55) y tiene una amplia sonrisa que acoge.
Empezó su historia en Guayaquil a los 7 de años de edad, cuando llegó junto con su familia desde Perú. Hoy está convencida de que fueron esas vivencias de la niñez las que marcaron el rumbo que habría de seguir su vida.
“Mi madre, María Elena Rossel, además de tener un muy buen gusto, era muy hábil. Donde ponía las manos hacía maravillas. Lo mismo mi abuela, ella tejía en crochet y me enseñó a hacerlo cuando era pequeña”, recuerda.
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Leer másQuienes la conocen la llaman Helen y ese es el nombre que decidió poner a su marca, la misma que ha seguido un camino lleno de transiciones. Un antes y después que va contando mientras conversa con EXPRESIONES.
- EL ARTE COMO TERAPIA
Cuenta que decidió explayar su vena artística a través de la carrera de Diseño Gráfico que cursó en Rhode Island School of Design (EE.UU.) y cuyas primeras materias le permitieron un acercamiento al diseño de joyas. A su regreso a Ecuador, ejerció la profesión recién adquirida en empresas como TC Televisión y Senefelder. Todo parecía indicar una exitosa trayectoria corporativa, excepto porque ya tenía la inquietud de crear su propio negocio.
La decisión vino luego. Ya casada y con tres hijos, comenzó a laborar como freelancer. Su vida transcurría entonces entre bocetos y clientes.
Pero una mala noticia habría de atravesar su corazón y cambiaría sus planes. Su madre fue diagnosticada con cáncer de seno y debía recibir el tratamiento en Houston, donde María Elena empezó a viajar constantemente para ser su compañía.
Fueron días y noches muy largos. Y entre unos y otras, Helen llegó a conocer las piedras semipreciosas, pero también su poder curativo... y para distenderse, empezó a elaborar pulseras, aretes y collares.
Llegó a diseñar tantas, que cuando llegó a Ecuador llamó la atención de sus conocidas y puso sus intereses sobre la balanza. “En diseño gráfico, el cliente es finalmente quien decide y eso no me permite reflejar mi estilo en la pieza final. Con las joyas es diferente. Podía plasmar mis propias ideas y siempre había alguien que compartía mis gustos”.
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Leer másEn 2001, inició con el diseño de joyas y fusionó con él su parte holística. “Practico reiki y me acostumbré a hacerlo con mis diseños. Energizaba las piedras antes de que sean vendidas con el fin de que protejan a la mujer que las usara”.
Fueron más de doce años en ese trajinar. Pero el mercado, ya saturado de accesorios, la obligó a virar la página y se enfocó en la elaboración de detalles decorativos para el hogar, incluso lámparas.
“Me gusta crear arte. Solo con mirar el entorno se descubren inagotables motivos, razones y oportunidades para encontrar la fuente de inspiración y hacer lo que yo hago”, expresa sobre una esencia que la define y la lleva a reinventarse constantemente.
- UN CONFINAMIENTO PRODUCTIVO
La llegada de la pandemia, y con ella la cuarentena, permitió que se juntaran todas las cosas que le gustan hacer: crear con las manos y rodearse de gente que disfruta lo que hace.
“Mi familia y yo quedamos confinados en la playa. Allí estuvimos durante cinco meses”, recuerda.
La idea de incursionar en el diseño de bolsos ya venía de tiempo atrás, pero logró materializarse cuando conoció a unas artesanas en San Pablo y Libertador Bolívar. “Así comenzamos. Ellas hacen la base de las carteras en paja toquilla con los diseños que les doy y yo me encargo de elaborar el resto”, dice sobre su equipo, en el que todas son mujeres. A ellas se ha unido su hija, Rafaella, quien se ha convertido en un gran apoyo para la parte gráfica.
En cuanto a los materiales, no tiene límites. “Me gusta transformar elementos comunes en algo extraordinario”. Y para eso, la naturaleza la inspira. “Si estoy caminando por la playa y, de pronto, veo un tronco, ya estoy pensando qué crear. Parte de la reciente colección tiene, entre sus materiales, el coco de las palmeras que tengo en mi casa”, ejemplifica.
Esto va tomando forma desde su taller donde tiene desde taladros y pulidoras hasta aguja e hilos. “Hago de todo un poco”, afirma.
CON LOS COLORES DE LA NATURALEZA
Tonos rojizos, arena, amarillos, marrones, azules y verdes dan color a las fibras que utiliza. Ese guiño a la naturaleza es un adelanto de la actitud sustentable de la artista.
Helen es decididamente ‘ecofriendly’, en sus creaciones nada se desperdicia. Un jean viejo, por ejemplo, lo resideña y crea un bolso fashionista.
Esa esencia artística en donde cada modelo es único, ha gustado no solo a nivel local, sino en el exterior y actualmente ya está presente en una tienda multimarca en Miami.
“Además son modelos versátiles. Se pueden lucir como bolsos cruzados, sin embargo si se sacan sus tiras, cobran protagonismo las asas cortas de cacho para llevarlas como carteras de mano”.
Es así como ella disfruta creando sus piezas. “El verdadero gozo de la vida no procede ni del dinero ni del prestigio, proviene de éxtasis que nos invade al entregarnos 100 % a una actividad”, concluye.