'La huérfana: el origen', el regreso de la malvada Esther
La secuela del filme del 2009 llega a la pantalla grande. Isabelle Fuhrman vuelve a ser parte de la historia de terror.
Estonia, 2007. Anna Troyev (Gwendolyn Collins), terapista va camino hacia un instituto psiquiátrico para visitar a Leena Klammer (Isabelle Fuhrman, 'Juegos del hambre', 2012), paciente psicópata que sufre de hipopituitarismo (trastorno hormonal que atrofia el crecimiento físico y causa enanismo).
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Leer másLa muchacha, que quiere escapar, mata al guardia de seguridad. En su huida se esconde en el automóvil de Anna. Al llegar a casa de la terapista comete un nuevo crimen. Investigando su posible y nueva identidad, Leena escoge llamarse Esther Albright, niña estadounidense que desapareció en el 2003. La policía rusa se comunica con los Albright, que son Allen (Rossif Sutherland), Tricia (Julia Stiles) y su hijo Gunnar (Matthew Finlan), tristes a partir de aquella desaparición. ¿Logrará engañarlos?
Secuela de 'La Huérfana', película del 2009 que tuvo su gran público y ahora es retomada bajo la dirección de Washington Brent Bell, guion escrito por David Coggeshall y música ambiental de Brett Detar.
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Leer másLamentablemente el largometraje falla por el exceso de incongruencias, pero cuyos giros entretienen y permiten preponderar las actuaciones de Isabelle Fuhrman y especialmente la de Julia Stiles. Aunque mejor sería escribir: “Todos toman con seriedad sus roles”.
'La huérfana: el origen' no está a la altura de su predecesora y podría ser malmirada por faltarle un poco más de agudeza, pero tiene el mérito de acoplarse con su primera parte (ahora la segunda) aunque se exceda en la violencia, que en este caso es brutal.
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Leer másA esto le añaden una manifestación de lo que representan las clases sociales en las vidas de los seres humanos.
El enfoque visual es ensalzable y se las han arreglado para que la Fuhrman, que en la vida real mide 1,60 metros, parezca una chicuela dejando la adolescencia. Brent Bell, su director, tiene mano hábil para crear suspenso, drama y terror a través de pequeñas dosis que sin embargo explotan en el écran.
Los dibujos, presentados bajo la iluminación sesentera, la que llamaron “luz negra”, es adecuada, pues crea imágenes que sirven para aumentar el latente nerviosismo.
La fotografía extrañamente muestra imágenes lilas, algo muy raro en el cine actual y le sirve para imbuir al personaje, a Esther, en un mundo cuyo color simboliza introversión, represión. Favorable la coloración de los rostros para fortalecer el misterio. Sin embargo, pese a sus escenas, ellas terminan con grandes vacíos y quienes las filmaron debieron recordar que este género cinematográfico evoluciona vertiginosamente y la cinta que esta semana detallamos parece haberlo olvidado.
Si usted no vio el largometraje del 2009, no se preocupe, pues este capítulo logra-para el espectador novato- mejor alucinación.
Calificación: ***