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Ignacio Maggio y la alquimia detrás de Acorde
Maggio apuesta por formar un equipo con ética, pasión y corazón detrás de la barra.fOTO: kAPO FOTOGRAfía

Ignacio Maggio y la alquimia detrás de Acorde

El bar que está transformando la coctelería en Samborondón fue elegido en los 50 Best Discovery por su estilo único.

En Samborondón, donde la escena nocturna se reinventa, Acorde se ha convertido en un referente para quienes buscan algo más que una buena bebida: una experiencia sensorial.

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Reconocido por la prestigiosa lista 50 Best Discovery, como uno de los mejores bares del mundo, allí cada detalle importa: desde las cortinas que enmarcan el espacio con teatralidad, hasta la cuidadosa curaduría de cuadros cuyas tonalidades contrastan en armonía con el ambiente. Todo está pensado para que la estética y el sabor vibren en la misma frecuencia.

Ignacio Maggio, bartender argentino con más de once años de trayectoria y uno de los dueños del lugar, resume su propuesta con una frase que revela tanto sensibilidad como oficio: “Podés aplicar todas las técnicas del mundo, pero si tu cóctel no es más rico que un Pisco Sour, mejor hacé un Pisco Sour”. Con una filosofía que prioriza la calidad del líquido y el alma detrás del servicio, Maggio ha creado un espacio donde la coctelería clásica y la experimentación se abrazan sin pretensiones. Acorde no solo sirve tragos: cuenta historias en cada copa.

En diálogo con EXPRESIONES cuenta cómo nació el concepto, qué lo inspira a crear y por qué cree que el arte, la música y la bebida se tocan más de lo que parece.

La entrevista

¿Cómo fue la experiencia de que Acorde fuera reconocido internacionalmente?

Estamos felices. Fue en enero, y gracias a la comunidad. Siempre recibimos bartenders internacionales. Esa gente también vota, recomienda. Y ahora que tenemos esa visibilidad, nos anima a seguir explorando más.

¿Cuál era el concepto principal que buscaban cuando lo crearon?

Primero que nada, teníamos claro que debía ser exclusivamente un bar. No un pub, ni un restaurante, sino un lugar donde la coctelería fuera la firma de la casa. La comida acompaña, claro. Pero el foco siempre fue el cóctel como experiencia.

¿Por qué el nombre?

Porque hay un juego de tres notas principales que definen todo: cocteles, música y arte. Esos tres pilares se conectan entre sí y hacen la esencia del lugar.

¿Y el arte que vemos en el bar, cómo lo eligieron?

Es una curaduría de Rodolfo Kronfle, mi socio, que además es un gran historiador del arte ecuatoriano. Toda la colección que ves en Acorde es suya, menos un cuadro prestado por el artista Roberto Noboa.

¿Cómo es el proceso creativo detrás de la carta de cócteles?

La primera carta la hice yo, pero hoy trabajo con dos grandes bartenders: Fabiola Julio y Adonis Porras. Entre los tres armamos todo. Crear un cóctel es una especie de un atajo al corazón.

¿Qué quiere decir con eso?

Es que las personas vamos por la vida con armaduras. Un buen cóctel puede hacer que esas capas caigan. Te hace sentir más, conectar. Por eso lo hacemos con respeto y elegancia, no para emborracharse sino para compartir.

¿Hay alguna historia especial detrás de sus cócteles?

Cada trago de la carta representa la etapa de una historia de amor: la mirada, el primer encuentro, las manos, el beso, el adiós y el reencuentro. Están basados en los relatos de Hugo Filkenstein, un escritor argentino que hacía microficciones intensas, impactantes.

¿Cómo lograron conquistar al público de Ecuador, donde reina la cerveza?

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Justamente siendo fieles a nuestra identidad. Nuestra carta tiene una sola cerveza, cuesta más de siete dólares y casi no se pide. No tenemos vino hervido, ni canelazo, ni vino por copa. Sí tenemos vinos muy bien seleccionados por botella. Pero sobre todo tenemos cócteles, todos los que quieras.

¿Hay algo de Argentina en los cócteles?

Mezclamos todo. Algunos tragos remixean recetas de bartenders argentinos, otros mezclan sabores locales con ingredientes franceses o ingleses. Pero todo lo que usamos, salvo algunos destilados, es de Ecuador.

¿Qué busca cuando suma a alguien al equipo?

Buscamos predisposición, alegría para venir a trabajar, códigos humanos. Porque podemos enseñar coctelería, pero no a ser buena persona. Y eso es lo que necesitamos, sobre todo cuando toca remar juntos situaciones como apagones, crisis de insumos, o simplemente el día a día.

Si tuviera que elegir un cóctel que represente a Ecuador, ¿cuál sería?

El Zenith. Tiene cúrcuma, toronja, limón y se completa con té de jengibre o burbujas. Es fácil de tomar, visualmente impactante, y representa al Ecuador: los Zenith perfectos del mundo están sobre la línea ecuatorial.

Ping-pong

  • Un cóctel que nunca falla: Tom Collins, refrescante, cítrico, va con todo.

  • Dulce, ácido o amargo: Prefiero lo amargo.

  • El peor error al hacer un cóctel: No sonreír.

  • Un bartender que admira: A mi propio equipo.

  • Un ingrediente infaltable: Angostura.

  • Trago corto o largo: Depende, pero de noche, corto.

  • Cóctel favorito personal: Caipirinha, por la carga emocional: la preparaba con mi papá desde chico, en ese entonces sin alcohol.

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