Irene González: "Estar en la posición de juez es difícil"
Luego de tres décadas de ausencia, regresa a la televisión, pisando fuerte y con un ‘aquí estoy’. La jueza de MasterChef aquí lo cuenta todo.
Irrumpió en la pantalla chica a finales de la década de los 80, cuando todavía no había cumplido los 18 años. Era el programa de concursos Dr. IQ (Ecuavisa), dirigido a colegiales en el que la retentiva era clave.
Tras su breve paso por la televisión, Irene González Alcívar se casó, tuvo tres hijos y se dedicó al mundo de los negocios. Montó su propio restaurante y una distribuidora de acabados de construcción. Hoy, después de algo más de tres décadas, Irene González Alcívar regresa por la puerta grande como uno de los jueces de MasterChef, reality internacional cuya producción local es transmitida por Teleamazonas.
Jovial, simpática e hiperactiva como siempre, abordamos a Irene en su acogedor departamento en Samborondón, donde tuvo lugar un ameno reencuentro.
¿Cómo se sintió regresar a la televisión después de tres décadas?
Me sentí como pez en el agua. Me encantó, lo disfruté, se grabó en Bogotá, desde el día uno en que llegué me sentí en mi salsa. Hice un papel completamente distinto, no es lo mismo disfrutar del mundo de la farándula y la interacción con chicos a juzgar un plato y su elaboración.
Un rol completamente distinto entonces.
Sí, me salió muy natural y yo soy muy autocrítica, me cuestiono mucho cuando hago algo, entonces lo reflejaba en la pantalla; había gente que me decía por qué era tan dura, así soy conmigo misma.
Como mujer de negocios y cabeza principal, estaba entrenada para hacerlo y tocó.
Fui contratada para esto y después con el tiempo desarrollé una afinidad con los concursantes y los gustos de cada uno e interpreté en sus platos lo que ellos querían transmitir y dar a conocer. Es un proceso en el que van mejorando y perfeccionando. Nosotros como jueces los acompañamos en este caminar. Fue una vivencia muy chévere.
¿Cómo se dio su ingreso a MasterChef? Recuerdo que la última vez que hablamos me dijo que no descartaba un retorno a la televisión.
Yo nunca descarto nada, porque la vida da muchos giros positivos y negativos. No hay que cerrarse a nada. Hay que dejar que la vida fluya. Las cosas que te vienen por aprendizaje son para algo mejor. Esta fue una oportunidad que se dio en época de pandemia, yo nunca paré con mis negocios. Seguimos trabajando y nunca cerramos, eso les dije a mis empleados que confiaran en mí y fuimos de la mano junto a mi personal. Y así, tomando todas las medidas, cubrimos necesidades en otros, pues había gente que no cocinaba.
Y en medio de esta pandemia la llama Teleamazonas.
Así es, al principio no estaba tan segura, pero tuve una buena motivación por parte del canal y realmente fue una decisión acertada. Lo tomé como un trabajo importante que se suma al ‘checklist’ de mi vida profesional y estoy muy agradecida. Con todos mis compañeros hicimos clic y un buen equipo.
¿Y su primera reacción al reencontrarse con un viejo amor cómo fue?
Imagínate, todo ha cambiado en 30 años, ahora utilizas apuntadores inalámbricos, todo es más fluido. Antes trabajaba con dos cámaras, ahora son diez y en un estudio con una infraestructura impresionante. El colombiano es muy profesional también, tocó aprender nuevas técnicas, con otras luces. Fue encontrarme con una nueva tecnología, pero en el fondo es la misma esencia: el mundo detrás de las cámaras.
¿Qué fue lo complicado?
Lo único complicado fue adaptarse a un método gastronómico y juzgar. Estar en la posición de juez es difícil porque te toca ser duro y estás también sujeto a críticas.
Y también le tocó enfrentarse a las redes sociales que en los años 80 no existían.
Claro, tú y las redes conviven en tiempo real. No esperas que la crítica te llegue en 48 horas. Lo importante es que cuando sabes que estás expuesto por un medio público, como es la televisión donde la gente tiene la libertad de opinar, tienes que aceptar que las personas estarán a favor o en contra tuya. No fue tan fácil porque siempre he sido ‘low profile’.
Es que es normal que el televidente tome partido por determinado participante.
Claro, cuando cuestionan por qué alguien fue eliminado si se veía bien el plato, pues claro una cosa es la parte óptica y otra cuando llega el momento de probarlo para saber si está bien hecho.
Muchos se preguntaban por qué a veces olía los platos.
Oler la comida mientras estás en una cena no es lo adecuado, pero si estás juzgando es importante porque tu sensibilidad se agudiza, puedes percibir las especias, cocciones, sabores y mezclas. Entra todo eso al cerebro antes del sentido del gusto. Muchos chefs huelen, lo que pasa es que las personas pueden confundir la educación de oler con la interpretación del sentido del olfato al juzgar, son dos cosas distintas.
De aquí entonces viene un programa de cocina.
(Sonríe) posiblemente, a mí me gustan los programas de cocina, pero esos donde compartes con invitados, escuchando música, tomando un vino. En el mundo de Irene siempre está el compartir.
DEBE SABER QUE...
Retornar a la televisión fue una decisión tomada con el apoyo de sus tres hijos: Juan Fernando (29), Leonardo (26) y Gabriela (17) Dassum.
Su actual pareja (José Luis Estrada), con quien tiene dos años de relación, es su mayor crítico y motivador, pasando un fin de semana la visitaba en Colombia para estar con ella en los dos meses que estuvo grabando el programa.
Su hijo mayor (Juan Fernando) se casará en marzo próximo. “Ya quiero que me haga abuela pronto”.
Cerró su restaurante de Los Ceibos, pero no sin antes colocar en otros trabajos al personal del que le tocó prescindir.