Mauricio Altamirano: Su vida, todo un culebrón
El reportero de farándula abre su corazón y da su entrevista más emotiva a EXPRESIONES.
La vida de Mauricio Altamirano Correa podría haber sido escrita por un guionista de telenovela. El melodrama sería su género y él, un protagonista cuyo leitmotiv sería la perseverancia por sus sueños. Y no ha sido nada fácil.
En esta ocasión el polémico periodista de farándula dejó que EXPRESIONES recorriera sus vivencias mientras almorzaba rápidamente un sánduche más cerca de la hora de la cena que del mediodía. Y es que es de esas personas que olvida de comer por trabajar. Pero a Mauricio no le importa, siempre quiso ser la atención de la cámara.
A sus 32 años, el santarroseño ha recorrido gran parte del país. No es de aquí ni de allá. Siempre ha estado en búsqueda de su sitio, y parece que lo ha logrado. De padre serrano, de madre costeña, creció muy cerca de la frontera con Perú con sus abuelos maternos y en la adolescencia, por la necesidad de reencontrarse con sus padres divorciados y que habían rehecho sus vidas, viajó al Oriente para volverlos a ver.
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Leer más“Mi primer recuerdo es que era un niño feliz. Tenía como cinco años y jugaba con una hélise. Pero también de que mis papás peleaban. Lo recuerdo bien”, comenta mientras rápidamente se le humedecen los ojos y agacha la cabeza - acción que repetirá en varias ocasiones- para que no lo vean. Está acostumbrado a ser dinámico, explosivo y jocoso, y este es un lado que no muestra en la televisión.
Desde los 16 está trabajando en la pantalla local, de la que por ahora está alejado pero siempre vigente. Programas que han marcado la cultura popular son parte de su experiencia. Maritere, Buenos Muchachos, Vamos Con Todo, Faranduleros y De Boca en Boca, son algunos en los que ha participado, tanto detrás como delante de la pantalla. Pero al igual que en una telenovela antes de las cosas buenas vienen algunas duras pruebas.
Es el mayor de 6 hermanos, por lo que recuerda las cosas con mayor lucidez. Y así menciona que su mamá, una mujer en sus primeros veinte se volvió a enamorar y dejó a sus hijos -solo tenía a su hermana - con sus familiares para rehacer su vida. Su papá tomó la misma decisión. “Me hicieron falta pero mi abuela Marina fue mi pilar. Me crié con mis tíos y con mis abuelitos, en una casa bastante pobre de Arenillas. No teníamos baño, era un pozo séptico. Nunca pasamos hambre pero la casa era tan pequeña que compartíamos el mismo cuarto”, recuerda nostálgico.
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Leer másAunque todos lo conocían en el barrio Loma Quito pasaba mucho tiempo en una localidad fronteriza llamada Rancho Chico, a donde sus abuelos iban a trabajar. “Nunca me gustó el campo. No tenía con quien jugar. No había luz, no había agua. Teníamos que sacarlo del río. A mí me encantaba ver televisión y no podía. No me gustaban esas labores, y mis abuelitos se morían de las iras. Yo no daba para eso. Lo máximo que hacía era ir a ver agua con los burros”, cuenta Mauricio, quien siempre tuvo apego por los dibujos animados. Las tortugas ninjas eran sus favoritos. Ahora es Spiderman.
Lo tiene por todos lados. En su mochila, en la funda de su celular y en su brazo izquierdo, tatuado. Arriba tiene otro, el nombre Caleb tatuado en su bícep. Es el nombre del hijo que le gustaría tener.
En su infancia Mauricio siempre encontraba en la televisión motivos para crear un mundo más mágico, por eso, su habilidad para conversar y rapidez mental le ayudaba para tener buenas notas. “Era un niño pilas, siempre me lo decían”, repite cada vez que señala como se lanzaba a la aventura. Y es que desde los 11 años comenzó a escaparse de casa para encontrarse con sus padres.
Primero fue para ir detrás de su papá, un oficial de policía que vivía en Macas. Llegó a casa de Don Adolfo luego de escaparse y tomar la única línea de bus interprovincial que lo llevaba, incluso saltándose los retenes policiales que ya lo buscaban porque ya le habían comunicado que había salido de casa.
En aquella ocasión pagó el pasaje con una tortuga que tenía de mascota, lleva poquísimo dinero y fueron unas monjitas las que lo ayudaron a subirse al bus. “Siempre he tenido hadas madrinas en los momentos difíciles. Es Dios”, dice con la voz un poco quebrada. Allí vivió junto con su madrastra y su hermanos.
Estudió el colegio y en los dos últimos años decidió vivir frente a casa, en un criadero de pollos y cuyes. “Por eso me dicen el cuy. Me cambié al cuyero porque no me sentía bien en casa. Mi papá siempre fue un hombre muy frío, y no tenía buena relación con mi madrastra. Comía en casa de mis amigos del colegio. Pero fue mi papá que le puso luz al cuyero”, dice mientras se sacude el recuerdo de la mente. También vivió en Cuenca, cuando se escapó para estar con su mamá.
“Por eso me dicen el cuy. Me cambié al cuyero porque no me sentía bien en casa. Mi papá siempre fue un hombre muy frío,y no tenía buena relación con mi madrastra. Comía en casa de mis amigos del colegio. Pero fue mi papá que le puso luz al cuyero”
Luego se mudó a Quito con su tía y su reciente matrimonio. Allí se le pegó el acento de la sierra. Por el trabajo de su tío en el 2005 vinieron a Guayaquil. Ya tenía 16 años y recién graduado del colegio le tocó conseguir trabajo y empezó como investigador de Maritere. Ganaba $150 mensuales. Y revela que todo lo que ocurría en el show era inventado. “Mi trabajo consistía en conseguir personas que no tenían miedo de actuar y que sean de barrios. Les dábamos trago para que se soltaran y le poníamos fijador en los ojos para que lloren”, menciona el Cuy. Pero su ingreso a TC Televisión se dio porque, en esos días de ir a buscar empleo, prefería ir a hacer fila en el canal para entrar a A todo dar. Así dejó su primera carpeta.
Tres meses después decidió entrar a estudiar Comunicación. Y en la universidad, al ver que ya trabajaba en televisión le pidieron una carta de referencia para que ingrese directo a primer año. Pero sus jefes se lo negaron. Tenía muy poco tiempo. Luego de su renuncia salió llorando del canal, y otra vez un hada madrina lo salvó. La productora general del medio, Norma Abril, se enteró lo ocurrido y por su ayuda en varias ocasiones, le otorgó la carta que aún guarda.
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En Maritere aprendió a investigar y en Buenos Muchachos, como reportero de la producción, a sacarle jugo a la farándula. Su jefe era Francisco Pinoargotti, de quien resalta que aprendió mucho pero ahora tienen nulo contacto. “Yo soy agradecido. Él me enseñó a redactar, a editar, a sonorizar. Él es muy pilas. Yo renuncié y no me llevaba para nada con su asistente personal. Me odiaba. Lo último que he hizo fue quitarme un cuaderno mío, del colegio, en el que tenía todos los contactos que había hecho”.
Mientras cuenta esto, suena su celular insistentemente. Es Héctor Cáceres, productor de televisión que coincidencialmente le dio la mano para ingresar a Vamos Con Todo, pero también la última persona con la que ha tenido un escándalo en cámaras, por el canal Tv Digital. Le mandaba notas de voz para resolver el malentendido que habían tenido en televisión. “Es verdad, me excedí en lo que conté. Son cosas íntimas”, y agrega “No busco pelear y quiero ser su amigo”, dice el Cuy.
Pero gracias a Héctor, conocido como El Pez Gordo, es que ingresa como pasante al extinto noticiero de farándula. “Lo esperé en la garita del canal por casi dos semanas. El guardia me decía que lo espere para que le entregue mi CV. Luego me confesó que le di pena y por eso aceptó hablar conmigo”.
Allí hizo amigos y enemigos. Hay un reportero del que nunca habla pero considera que es la única persona que lo odia. También asegura que creó envidias porque llegó a ser el mejor pagado porque era demasiado entregado a su trabajo. Cuenta como anécdota la vez que conoció el caso de un abuso infantil y ayudó a ser parte de la captura en televisión nacional. Así el Cuy se hizo conocido, restándole importancia al Mauricio. “Nunca me molestó. Pero El Cuy es el polémico, el jocoso, Mauricio es muy tranquilo”, menciona como si fuera dos personas.
El reportero, que siente que el productor Marlon Acosta es su última hada madrina, y que Cynthia Naveda y Miguel Cedeño son sus mejores amigos del espectáculo, no tiene remordimiento de nada. Solo se arrepiente de haber quedado peleado con Sharon antes de su fallecimiento.
Ahora está lejos de la televisión porque se cansó. “En la pandemia se volvió imposible trabajar. La gente no daba la mano, en especial los chicos reality. Y renuncié. Ahora vivo de mis ahorros, tengo para hacerlo un año”, menciona, mientras recuerda que es invitado en el reality de Quiero ser reportero de De Boca en Boca. “La farándula me gusta pero ya no quiero ser reportero. Pronto llegará algo nuevo”.
Mientras sigue mejorando su casa, a la que ya le puso piscina. Sigue soltero pero siempre atento a dar likes para la conquista. Ahora que tiene su hogar, tan diferente al cuyero, sabe que encontró su sitio, donde no es bienvenido ningún rencor.
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Leer más- Fotos: Miguel Canales.
- Producción: Gianella Muñoz.
- Maquillaje: Andrea Zamora (IG: @andreazamoramakeup).
- Locación: The Moustache Co-Barbershop (IG@themoustacheco)
- Vestuario: La Casa del Smoking (IG@lacasadelsmoking_ec); De Prati (IG: @deprati)