Morat le devolvió la energía de los conciertos a Guayaquil

Ver el coliseo Voltaire Paladines Polo otra vez lleno era sencillamente impensable en el mes de enero. Ya sabemos que la COVID desordenó el mundo, pero las ganas de regresar a la normalidad siempre permanecieron. Y fue con Morat que esto ocurrió en la ciudad de Guayaquil el viernes 11 de marzo.

Este concierto fue especial de muchas maneras. El primer sold-out de un artista internacional en varios años, uno de sus primeros shows presentando la nueva gira ¿A dónde vamos? y el primer concierto en al menos dos años para la mayoría de los presentes.

Fue gracias a esto que la energía en el recinto jamás decayó. Y no es que es precisamente las canciones de Morat sean ‘de fiesta’, pero así se sintieron.

El cuarteto colombiano es particularmente romántico con ciertas melodías rápidas, pero ellos no son de reguetón o salsa. Sin embargo todos estuvieron de pie, gritaron y saltaron al ritmo de su folk- pop. Cabe destacar que en este tour dejaron ver que tienen un espíritu roquero y las guitarras eléctricas hablaron por ellos.

El espectáculo fue de primer nivel, desde la organización hasta la puntualidad. A las 19:47 salió a escena Dicapo (Diego Chiang) músico y actor guayaquileño que este 2022 inicia su carrera solista, alejándose del jazz y R&B que ha mantenido en su trayectoria apegada más al teatro musical.

Pero con estas herramientas como background, evidenció su preparación vocal y también se esmeró en su concepto. Salir en telenovelas locales como Sí se puede y Casi cuarentonas le ha dado más popularidad y así lo manifestó el público que gritaba con cada movimiento sexy de su coreografía en Nubes. Un acto de apertura tiene una sola misión: animar al público y Dicapo lo logró. También estuvo presente en la función de Quito del 10 y repitió el sábado 12 en Guayaquil.

Solo faltaban minutos para la salida de Morat. Las luces se apagaron y con el grito de “¿A dónde vamos Guayaquil?” que dio Juan Pablo Isaza, empezó el concierto. Fue con la canción del mismo nombre que dieron inicio a su repertorio en vivo de 22 temas.

El humedad de la ciudad hizo de las suyas, pero esto jamás opacó la energía de los fanáticos que corearon con muchas ganas Amor con hielo, Al aire o No hay más que hablar.

Morat tiene varias colaboraciones con artistas femeninas y, aunque algunos incluyen sus voces y presencia gracias a las pantallas, aquí no hicieron falta Aitana, Danna Paola o Cami. Los chicos, con su talento, supieron afrontar su ausencia en Presiento, Idiota y Simplemente pasan, respectivamente.

Juan Pablo Isaza, Juan Pablo Villamil y los hermanos Simón y Martín Vargas demostraron que son buenos músicos. Pero en este show de Guayaquil, y como ocurre en casi todo espectáculo en el coliseo, no importa la tecnología que se use, la acústica del lugar les jugó en contra y, en ciertas partes, sonó saturado.

La conversación de los chicos con su público fue constante. Esto permitía una interacción interesante entre ídolos y fanáticos, entre tema y tema salían a flote las historias con las que crearon las canciones o alguna declaración para derretir a todas las chicas. “No hay nada mejor que las primeras veces y en Guayaquil estamos teniendo una”, expresó Villamil.

Bajo la mesa, Yo no merezco volver y Cuando el amor se escapa fueron las canciones más emotivas. La intervención de Gabriel Obregón (segunda guitarra) y Juanjo Martín (teclados) tuvo un peso importante en esta presentación en vivo. Al finalizar Acuérdate de mí, Gabriel hizo uno de los mejores solos guitarra de la noche.

Para este momento del concierto, el quinto Morat era el público y por eso, invitaron a dos chicas a dejar su firma en la parte frontal de la batería. Así lo harían alrededor del mundo en sus próximas fechas por toda América Latina y Europa. Pero cuando Simón dividió a la audiencia en tres y cada vez que los señalaba hacían un sonido diferente, logró convertirlos en una batería humana gigante dándole ritmo a Cuando nadie ve.

El concierto estaba entrando a la recta final, pero la energía solo seguía creciendo. EXPRESIONES pudo ver el amor por la banda en los gritos de los fanáticos. “Es una experiencia maravillosa. Lo que se escucha en el disco se escucha aquí frente a ellos”, dijo muy emocionada Michelle Ruíz (22) junto a su prima Ariana Portés (22) y una amiga hecha en la fila, Estefanía Zambrano (30).

Aquí empezó la versión más roquera de Morat, con la interpretación de No se va, Llamada perdida y Cómo te atreves. En el minuto final se disparó confetti y le dijeron adiós a los porteños con una venia. Repitieron esto también el pasado sábado.

La pregunta del inició quedó respondida: Morat va rumbo a ser uno de los grupos insignia de esta generación.