Todo va a estar bien: la obra en la que el público elige su rol
A la pieza, que ya se estrenó en la capital, la audiencia ingresa con los ojos vendados y vive una experiencia teatral a ciegas.
Emma llora, grita. Está aterrada, sumida en la oscuridad. No sabe por qué está ahí ni qué quieren de ella sus captores. Lo único que sabe es que han pasado varios días desde que fue secuestrada y que, por ahora, su realidad es esta.
La incertidumbre de su confinamiento pronto altera la llegada de Paúl, un nuevo secuestrado que se suma al cautiverio en este frío y oscuro infierno. Luego arribarán otros, nuevas víctimas de este encierro.
Se trata, curiosamente, de la audiencia que ha acudido a ver esta obra, titulada Todo va a estar bien.
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Leer másAsí lo explica su director, Julián Coraggio. “La historia parte de personas normales que, de un momento a otro, ven su mundo puesto de cabeza y no saben muy bien por qué. Están secuestrados, están viviendo un hecho violento, sin entender quién los tiene o qué buscan”, señala.
La obra, que se desarrolla en el Bunker Hause de la capital, tomó ocho meses en realizarse y se basó en una pieza previa de la agrupación que Coraggio dirige, Confundamiento. “En 2016 hicimos una adaptación de El secreto libre, de Charlie Gerbaldo, que cuenta la historia de dos presos políticos durante la dictadura militar argentina. Esta ya fue una experiencia de teatro a ciegas y fue muy interesante. Queríamos retomar esa obra, pero finalmente decidimos partir desde un nuevo libreto que amplíe las posibilidades de interpretación”, comenta.
Este se fue construyendo a través del trabajo colectivo y del trabajo de improvisación. Ahí también surge la idea de que el público tuviera un rol que superara el del espectador para convertirse, respectivamente, en víctimas o en cómplices.
Y estos son justo los nombres de las localidades que la audiencia puede elegir. Todos ingresan a la sala con los ojos vendados y son ubicados en sus respectivos puestos por miembros del colectivo.
Las ‘víctimas’ se convierten, como lo dice su nombre, en víctimas del cautiverio que viven los protagonistas interpretados por Carolina Hagel y Andrés Taure. Los ‘cómplices’ pasan a ser observadores silencios de la tortura que infligen Sapo y Bestia, los captores a los que dan vida los actores Francisco Castillo y Roberto Noboa.
La sala está adaptada para treinta y cinco espectadores que viven la obra a través de sonidos, olores, texturas y ciertos sabores.
Es una obra que habla mucho sobre los derechos humanos, sobre qué sucede cuando estos se privan y te ayuda a vivir en carne propia lo que a veces un informe solo te documenta. Creemos que vale la pena montarla en espacios donde puede generar un cambio, que no se quede solo ahí y muera con esta temporada.
Ficción controlada
Para la agrupación, el arte inmersivo surgió como una respuesta a la búsqueda artística de Coraggio y la bailarina contemporánea Greta Salgado en 2013. Estos montaron una primera experiencia sensorial a ciegas en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC) y, luego, tras sumar nuevos miembros, fueron desarrollando puestas en escena que exacerbaran los sentidos.
“La metodología de nuestros proyectos tienen siempre presente el uso de diferentes métodos de estimulación sensorial. Queremos impactar sobre los sentidos de cada participante, creando una situación en la que se integren en un viaje. Aspiramos a que entren en contacto con nuevas maneras de sentir y vivir el mundo que los rodea cotidianamente; y sea lo que sea que enfrenten sus miedos, ascos, fobias; que tengan la oportunidad de conocerse más a sí mismos”, dijo Coraggio.
Entre sus puestas en escena previas están El viaje inicial, El secreto libre y El corazón delator. La última pieza, basada en el afamado relato de Edgar Allan Poe, tuvo una breve temporada en el Puerto Principal en 2018.
Con estas experiencias previas bajo la manga, la agrupación ya predecía ciertas reacciones de la audiencia. “Hemos visto un poco las reacciones de la audiencia, que se meten tanto en la historia, que lloran, se asustan, ríen. Es normal. Pero siempre tanteamos previamente. En el caso de Todo va a estar bien, hicimos dos ensayos abiertos en los que pasaron cosas. La gente habló de una manera que no teníamos previsto e hizo muchísimas preguntas. Eso nos ayudó a completar ciertas cosas en el guion, porque es una obra que genera muchas reacciones”, explica el director.
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Leer másLos datos
- La obra se puede ver de jueves a sábado a las 20:00 hasta el próximo 28 de mayo, en el Bunker Hause, en Quito. Luego de la puesta en escena, que dura 60 minutos, hay un foro en el que la audiencia puede conversar con el director y el elenco.
- Tras esta primera temporada, Confundamiento espera llevar la pieza a universidades y otros espacios académicos.
- Las entradas pueden adquirirse en la página web de la agrupación (www.confundamiento.com) o en el Bunker Hause (San Gabriel 299 y Jorge Juan).
- El costo varía según la localidad. Cómplices: $ 10, Víctimas: $ 15.