El olvido que seremos, el amor que tiñe la violencia
La película, que está en Netflix, está basada en el libro que Héctor Abad Faciolince escribió sobre su padre, asesinado por paramilitares de derecha.
Héctor Abad Gómez (Javier Cámara), doctor en Medicina, es destacado profesor y activista en pro de los Derechos Humanos. Es también escritor, diputado y lucha por mejorar la salud del pueblo colombiano. Termina fundando La Escuela Nacional Pública de Medellín.
Su hijo Héctor Abad Faciolince (Nicolás Reyes Cano 'Quiquin'/Juan Pablo Urrego) estudia literatura en Turín y es llamado para asistir al homenaje que brindarán a su padre. Ambos se profesan un cariño, un amor, incondicional. Luego, a través de un extenso flashback se va conociendo la existencia de una familia ejemplar, en la que la madre, Cecilia Faciolince (Patricia Tamayo), es base fundamental.
La violencia que vivió Colombia en los años 80, era de los grandes capos de la droga y de los grupos paramilitares. Estos, con el respaldo de sectores políticos y paramilitares, acallaban las voces de aquellas personas que luchaban por defender los Derechos Humanos.
Estas agrupaciones conformadas por universitarios, profesores, sindicalistas, integrantes y simpatizantes de movimientos y partidos políticos de izquierda sirven, quedan cual telón de fondo, a este poema cinematográfico que dirige el español Fernando Trueba, con guion suscrito por su hermano David y el asesoramiento de Gómez Faciolince, autor del libro en el cual se basa el filme.
Trasmitido por Netflix, el largometraje, y en todo lo referente a las vivencias de Abad en su mayoría de edad, es fotografiado en “glorioso blanco y negro” (así lo manifestaban los VHS que se vendían en los años 90, cuando se trataba de filmes añejos) y ello es positivo porque sirve para resaltar el color con que se presenta el argumento central.
Su música (creada y adaptada por Zbigniew Preisner) no es repetitiva. Al contrario, es un componente anímico para los momentos de alegría, tristeza, suspenso, del drama que a momentos vive la familia Abad. En esta última sobresalen los instrumentos de cuerda (requintos, guitarras, arpas) y un piano que acaricia las composiciones.
Las frases musicales tienen excelencia, pero es el guion el que lleva aplausos. Aunque a momentos refleje el sentir de las telenovelas, eso no es obstáculo para mantener el interés del espectador que va de sorpresa en sorpresa a través del desarrollo de la historia y, sobre todo, porque preserva la esencia del libro, de sus sentimientos. El amor filial surge de manera espontánea, sin exageraciones, y el espectador es testigo de los lazos espirituales, afectivos de este padre, de este hijo.
Las actuaciones están bien logradas. El actor español Javier Cámara (que se parece físicamente al doctor Abad) es, al comienzo, algo pomposo pero se transforma para convertirse en fiel reflejo de un ser humano lleno de bondad y fortaleza intelectual. Patricia Tamayo es la madre abnegada pero jamás vacilante en las decisiones a tomarse. Nicolás Reyes Cano, desempeñando su rol (Abad Faciolince en su niñez) muy acertado. Juan Pablo Urrego (en la edad adulta) queda bien pero le falta algo más de fuerza actoral. Detalles que no ensombrecen a una película llena de virtudes, virtudes que le merecieron ganarse, este año, el Premio Goya destinado a la Mejor Película Iberoamericana.
Nota al margen. Este relato, íntimo por cierto, es visto a través de los ojos de su único hijo varón (tuvo además cinco hijas): Héctor Abad Faciolince, uno de los escritores más destacados de la Colombia contemporánea.
Su novela, en la que está basada 'El olvido que seremos', vendió 300.000 ejemplares en español y ha sido traducida al inglés, alemán, italiano, francés y muchos más idiomas. También fue nominada al Ariel 2021, galardón que entrega México a su industria fílmica.