Pancho Savinovich: “La verdadera locura es hacer música convencional”
Con el requintista guayaquileño de 46 años recorremos años caminos poco convencionales e igualmente válidos de composición e interpretación
Los seres humanos continuamente inventamos términos para tratar de entender los sonidos de los que somos capaces. De ahí que podemos hablar de rock, jazz, merengue, flamenco, hiphop, trap y un sinfín de géneros, además de todos los híbridos imaginables. Sin embargo, todo melómano perspicaz sabe que la música es como un río torrentoso que desafía no solo todo intento de clasificación, sino incluso la propia teoría que uno podría pensar que sustenta este arte.
Pancho Savinovich no pretendió a priori crear música poco convencional, aunque sí quería alejarse de tendencias que le parecían demasiado trilladas. Durante un viaje a Buenos Aires, mientras continuaba su formación como requintista, con el recuerdo siempre presente de determinados artistas que le habían movido el piso, de pronto se vio creando sonidos con los que al principio se sintió literalmente desorientado. Había encontrado lo que buscaba.
La naturaleza caótica de sus composiciones hace que sea complicado también explicarla con palabras. De todas formas, él acepta el desafío de intentarlo en entrevista con EXPRESIONES.
¿Cómo definiría su música?
Tiene que ver con ir en contra de la forma y técnicas tradicionales. Cuando toco, no sé a dónde voy a ir a parar. Respondo instintivamente a la nota inmediata anterior. Entre ese último sonido y el siguiente estoy yo, respondiendo en milisegundos. Por eso una canción mía se llama Música instintiva, para describir el proceso de creación e improvisación que está detrás de lo que hago.
Hay ciertos discos que fueron decisivos para usted en ese camino.
Sí. Cuando tenía 18 años conseguí el disco sinfónico The yellow shark, de Frank Zappa, sin saber muy bien lo que compraba. Ahí él explora sonidos de lo que se conoce como serialismo, música dodecafónica. Me tardé un año en entender ese álbum y cuando lo logré se me abrió todo un nuevo espectro.
¿A qué se refiere con ‘entenderlo’?
Es complicado de leer y apreciar. Entendí que había una idea ahí dentro de todo ese aparente caos. Que no es bulla simplemente. Cuando tenía 20 años conseguí un disco del francés Pierre Boulez que fue fundamental en mi formación. Él dirigió muchas orquestas en toda Europa y estuvo vinculado con la música de vanguardia.
Lengua Mocha, agresividad en clave jazzera
Leer másHay principios jazzeros también en lo que usted hace. Al menos porque se basa en la improvisación.
Sí. En esa época de descubrimiento también escuché al trompetista de jazz estadounidense Miles Davis, los discos Agharta y Bitches brew, que corresponden a su faceta más psicodélica, cuando improvisa con otros músicos durante 40 minutos. Empezó a gustarme esa mezcla extraña de sonoridades, pero nunca me propuse hacer esa música.
Nos comentó que en esos años tocaba rock.
Sí. También folclor, estudiaba pasillo con Joaquín Hernández. En ese entonces me fui a Buenos Aires a estudiar Psicología y me llevé mi requinto porque sabía que allá iba a continuar haciendo música folclórica. Recuerdo que me compré #un libro con miles de acordes, pero todo me sonaba a jazz tradicional, muy fresa. Quería irme por otro lado. Y sin saber cómo, en algún momento me vi tocando esta música loca. Cuando lo hice me pregunté “¿dónde estoy’”. Me sentí desorientado.
A gente de la escena noise, punk y metal extremo le gusta lo que usted hace. Por ejemplo he escuchado excelentes referencias de José Jiménez (Chivolo, de Notoken y Ruido de Odio) o Roberto Coello (GOE).
Diría más bien que la gente noisera y que hace bulla es la única que me ‘para bola’ (Pancho se ríe y el entrevistador no puede evitar reírse también).
¿Ve en el noise una intención similar a lo que usted busca? Quizás no de forma, pero sí de fondo.
Obvio. He publicado también un par de discos en los que hago ruido junto con Antenna Desmond. Esto que podríamos llamar destrucción musical responde más fielmente a la realidad que vivimos, porque me parece de locos hacer música alegre para bailar cuando el mundo está en guerra, cuando la gente se está muriendo de hambre.
Hacer música convencional es la verdadera locura. No lo contrario.
Por ejemplo, en Europa después de la Segunda Guerra Mundial, la gente empezó a decir que la cultura occidental no sirve para nada. Entonces los intelectuales se fueron en contra de lo establecido y surgió mucho arte contestatario. Incluso un filósofo llegó a decir: “Si se puede bailar, no sirve”.