Paullette Velasco: “Sin dolor, no podemos entender la felicidad”
La terapeuta holística nos cuenta cómo aprovechar las emociones negativas y fracasos como parte del crecimiento personal
Caer, fracasar o sufrir son verbos que nadie quiere conjugar en primera persona. En estos tiempos, el placer (y más aún, el placer inmediato) se vende como una forma de paraíso en la tierra, de manera que todo aquello que no dé gozo parece un sinsentido.
Pero quizás el único sinsentido sea negarse a aceptar que emociones como el miedo, la angustia y la incertidumbre son compañeros inevitables en nuestra vida. Y no solo eso, sino que se puede aprender mucho de ellos.
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Leer másPrecisamente esa es una de las enseñanzas más importantes que nos deja nuestra plática con Paullette Velasco, ‘mind trainer’ y coach radicada ambateña radicada en Quito, que ha llevado todas estas enseñanzas al ámbito empresarial, que a priori se vislumbra como un mundo frío y despiadado en el que los números se imponen como única realidad objetiva. ¿Cómo lo hace?
“El principal problema de los emprendedores y empresarios es no incluir el fracaso en su ecuación. Muy rara vez se consigue un resultado óptimo al primer intento. Cuando tengo un tropiezo, cuando algo no sale como yo quiero, me alegro. Porque sé que estoy más cerca de llegar a mi objetivo. Estoy haciendo que las cosas sucedan. El éxito requiere esfuerzo”, enfatiza.
Y es que a diario leemos o escuchamos frases motivacionales como ‘Puedes lograr todo lo que te propongas’ o ‘El cielo es el límite’. Sí, pero se suele obviar la parte más importante: que el éxito es cuesta arriba.
“Estamos programados para pensar que el fracaso y el dolor son eventos terribles que no pueden pasar en nuestra vida, sino en la de los demás. Y cuando nos suceden, los negamos, cuando la única forma de lograr la maestría es que desde abajo comiences con tropiezos y que tengas muy claro que siempre habrá caídas”, nos recuerda Paullette.
Debemos dejar de considerar todas estas emociones desde una óptica negativa, lo que hará que se conviertan entonces en indicadores de que estamos en movimiento hacia nuestra meta.
“Yo me digo: ‘Qué hermoso que sienta miedo, que me tiemblen las piernas ante un proyecto, porque quiere decir que es tan grande que merece sentir lo que siento. Las emociones son las mismas, es cierto, pero cambia la manera de recibirlas y canalizarlas. Porque de ninguna manera podemos creer que hay una fórmula secreta para el éxito sin pagar un precio”.
Y mientras más rápido lo entendamos, mejor para nosotros.
Hacer las paces con la ansiedad
Paullette viene una familia de empresarios y desde muy joven siguió su ejemplo, incursionando en la organización de eventos masivos, con su compañía CityShows Ecuador. Sin embargo, el mundo empresarial también implica una vorágine de actividades y emociones que pueden llegar a desestabilizar al más fuerte.
“Mi error fue creer que el trabajo duro por sí solo me podría dar grandes resultados. Entonces empecé a trabajar sin descanso, lo que me llevó a saturarme física, mental y emocionalmente, hasta que finalmente colapsé. Me olvidé de que era humana”, relata.
Ese desgaste la llevó a sufrir un cuadro de ansiedad, ante el cual los médicos le prescribieron ansiolíticos, que si bien aliviaron su angustia, lo hicieron a un costo altísimo: renunciar a su esencia personal.
“Tenía 25 años y enseguida me di cuenta de que no quería vivir aletargada como un zombi, que es el efecto que me provocaban los ansiolíticos. Se suponía que el tratamiento duraría medio año, pero a los dos meses lo suspendí. No digo que usar medicación sea un error, pero en mi caso decidí estudiar la mente y tratar de entender qué me sucedía”.
Eso la llevó a hacer las paces con su ansiedad. Es decir aceptó que esta emoción había llegado a su vida por un motivo. “Aprendí que no soy una máquina de trabajo, que en la quietud es que se crean cosas maravillosas. Me atrevería a decir que nadie ha inventado nada importante en un momento de caos”.
Sin afanes de perfección
Los terapeutas holísticos o coachs pueden llegar a sentir una presión extra sobre sí, al creer que es necesario mostrar siempre una imagen impecable, o que deben tener siempre la frase adecuada para cada situación. Sin embargo, Paullette aclara que el crecimiento personal o el manejo de emociones no pasa por la perfección. “El ser espiritual es un nivel de conocimiento más elevado en el que sabes que equivocarse es parte del juego”.
Y acepta que la vida está llena de contrastes y que así como habrá personas que conecten con ella, también muchos otros discreparán con sus puntos de vista. “Lo importante es entender que cada uno tiene un plan que resulta mucho más perfecto que el podemos vislumbrar ahora. Cuento mi historia y hay quienes se sienten reflejados en ella. Es decir, no doy consejos. Al actuar desde esa energía no siento la presión de pensar que alguien tome a mal lo que digo”.
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