Quito, ciudad de mil paisajes
El artista Edison Beltrán captura la ciudad sobre el metal. La muestra hasta fines de julio
“Pensé que, si solo pintaba Quito, la ciudad, sus paisajes, me saturaría, y finalmente podría cambiar de tema”, reflexiona el artista Edison Beltrán.
Pero eso nunca sucedió. Desde sus amplias ventanas en la localidad de Monjas, el pintor observaba a diario el cambiante cielo capitalino, las nubes, las casas, los portales y la diversa fauna y flora de la urbe.
Fue así, que tras más de un año de silencio frente a los estragos generados por la pandemia de la COVID 19, Beltrán tomó nuevamente sus herramientas y forjó Quito, la ciudad que me habita, una muestra de paisajes esplendorosos, cielos camaleónicos y colibríes: compañeros milenarios de su cotidiano, que ofrecen generosos, sus colores a la audiencia. La exposición se inauguró en el Centro Cultural Benjamín Carrión, sede Bellavista.
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Leer másQuito azul es la primera pieza que impacta al visitante. Con sus enormes proporciones, la urbe se vislumbra oscura, cubierta en neblina, desde el gigantesco lienzo.
“Tengo 365 días de paisajes dentro de mí, de una ciudad que cambia constantemente frente a la lluvia, el sol, al atardecer. Son paisajes que siempre son distintos. Esta obra, en cambio, surgió de una tarde en que la neblina caía sobre la ciudad y que me encantó”, explica.
Pero diferencia del común de paisajes, Beltrán no trabaja con óleo, o témpera, sino con metal, una técnica con la que empezó a laborar en 2006, tras conocer al maestro Estuardo Maldonado.
“Yo empecé como todo artista, pasando por el lápiz, la acuarela, el acrílico y el óleo. Sin embargo, asistí a una muestra del maestro Maldonado y me impactó muchísimo su trabajo sobre el metal. Pasé un año investigando la técnica, hasta que hice mi primera obra”, recuerda.
Desde entonces no se detuvo, y fue sumando a sus piezas cobre, bronce, metal blanco, acero inoxidable, acero quirúrgico y más.
“Es una técnica que se usa desde la época precolombina, y es un bagaje que siento que uno hereda”, agrega. La técnica le da una profundidad única a las piezas, permitiendo que cambien de color y forma según el visitante se acerca o aleja.
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Leer másQuito, la ciudad que me habita estará abierta al público hasta fines de julio. El ingreso es gratuito.
Una obra móvil
Quito Milenario, ubicada en los exteriores de la sala donde se realiza la exposición, es una de las piezas más características de la muestra. Se trata de una escultura en forma de cubo con paisajes de la urbe distribuidos en todas sus caras, y que puede ser girado por el visitante.
“Quería ofrecer una vista de Quito de 360 grados entonces la escultura gira sobre su eje, y está calculado el punto de equilibrio para que cuando el sol le dé en ciertos ángulos, se transforme”, dice.
La pieza se elaboró sobre acero y con un tratamiento químico.
Tras presentarse en el Centro Cultural Benjamín Carrión, la muestra llegará a otros espacios de la urbe, con más piezas, que se encuentran en proceso de elaboración.
El colibrí
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Leer másUno de los elementos más curiosos de esta exposición es la continua presencia del colibrí, ave emblemática de la capital desde 2005. Piezas en gran y mediano formato destacan la aparición del ave, a la que el pintor le da crédito por su regreso al arte.
“Después de la pandemia estaba con un poco de depresión y sin querer pintar, cuando un colibrí se aparecía constantemente en mi ventana. Me pregunté si era un mensaje, y pude al fin volver a trabajar”, comenta