Ramón Barranco: El gestor de sueños se despide de Ecuador
El director artístico del Teatro Sánchez Aguilar se jubila. junto a EXPRESIONES,repasa su vida y su legado cultural.
Júbilo. Esa es la palabra que mejor describe la emoción que ahora siente Ramón Barranco. El gestor cultural y actual director artístico del Teatro Sánchez Aguilar ve con positivismo la siguiente función de su vida: la jubilación.
Quizá está acostumbrado a los estrenos y las clausuras, por lo que no deja que se le escape del todo la nostalgia. Pero poco a poco, sin perder su voz ejecutoria, en sus acciones comienza a asomarse una actitud de despedida.
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Leer másPuntual y dispuesto para esta producción de fotos, va repasando con cariño y paso pausado el escenario principal del centro artístico. Las butacas, la escenografía, su equipo y sus actores. Mientras lo fotografiamos, Snow, la última obra que verá estrenar en su cargo, ultima detalles.
El 24 de diciembre del 2024 es la fecha en que se despedirá de su teatro, que ya no lo será. Más de cuatro décadas en el arte llegan a su fin en Guayaquil, una ciudad donde jamás pensó habitar, escudriñar y, más que nada, enseñar.
Ramón Barranco vuelve a su país, España, con ganas de descansar y ver la vida con más calma. Pero Ecuador se le queda para siempre, ahora su familia también llevará esta sangre, pues será abuelo de un pequeño que nacerá aquí en 2025.
Así como en todo estreno (hizo 33 producciones originales en 13 años) llevaba un chaleco con los materiales de la obra, dice adiós con uno hecho por sus compañeros. En él se unen decenas de fotos de los momentos más importantes. Se va con júbilo y el sonido de los aplausos en su corazón.
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La mayoría de personas no se detienen a pensar en el cese de su carrera hasta que llega el momento…
Bueno, jubilación viene de júbilo. En estas últimas semanas que he hecho todo el proceso para mi seguridad social, me di cuenta de que llevo 45 años trabajando. Llega un momento en el que te das cuenta de que ya… y soy un convencido de que debes dar paso a los jóvenes. En los últimos 20 años, todos los cambios tecnológicos nos han dado un vuelco.
¿Qué más ha cambiado?
La forma de comunicarse. A veces me siento en la estratósfera al escuchar a mis compañeros de veintitantos años hablar de las redes sociales, de lo que hacen ahí. ¡Yo me vuelvo loco con todo eso!
¿Habría empezado en TikTok si hubiera sido de su época?
Me imagino que sí… Habría entrado en ese juego, pero ahora se me hace complicado. Yo vengo de hacerle la comunicación a las obras en el periódico, la radio, a veces la televisión. Pero eso ya no es así… Hay que dar paso a los demás para renovar ideas. Un puesto como el de director artístico y producción de un teatro, como el que tengo ahora en el Sánchez Aguilar, necesita de muchas. Este puesto ha sido un regalo.
Me habla de tecnología, pero el teatro tiene mucho de artesanal. ¿Cómo fue vivir estos cambios?
En estos 13 años, hemos realizado 33 producciones originales de teatro y hemos usado poca tecnología, por así decirlo. Hemos trabajado las manos. De las muchas cosas de las que estoy orgulloso es de lo que han aprendido los equipos humano y técnico. Yo llegué un año antes de que el teatro se inaugurara y en Guayaquil no había especialistas en teatro. Fue complicado y todos estos años hemos formado a un gran equipo de personas. Es una de las cosas que más me enorgullecen. El 90 % de lo que se ve en las obras se ha construido en este lugar.
Haber dirigido un teatro en Ecuador, donde el rubro de la cultura siempre está en deuda, ¿es como graduarse con honores?
Era un reto enorme. En muy pocos lugares del mundo hay un empresario que se lo cree tanto como don Carlos Sánchez Aguilar, y que dice ‘voy a dejar mi pecunio personal para hacer un gran teatro para la ciudad’. Este teatro para nada es un negocio. Cada año debe tener un remanente propio para sostenerse…
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Leer más¿Qué conocía de Ecuador hace 13 años, antes de llegar?
Poco. A veces cuento esto con pena. Yo llevo viajando por los festivales de Latinoamérica desde finales del siglo pasado y Ecuador nunca me había llamado la atención. Creía que conocía lo más importante, al grupo Malahierba, a Nixon García que dirige el Festival de Manta, que por cierto es el segundo más antiguo de América Latina y no nos lo creemos. También a Rossana Iturralde. Era la gente que salía, que se movía.
¿Cómo nació entonces esa propuesta?
Fue Carlos Ycaza quien le habló de nosotros a quienes estaban organizando la parte ejecutiva del Sánchez Aguilar. Y yo les decía que mejor hagan un proyecto estratégico, un año antes. Llegué en febrero de 2011 y así nos empapamos para saber cómo gestionarlo. Por aquella época había gente que se preguntaba si no era demasiado un teatro más para la ciudad, cuando no había ni uno en Samborondón, y en Guayaquil la oferta de los públicos era solo el Centro Cívico y el MAAC.
¿Y qué es diferente ahora?
Yo puedo decir, aunque mis jefes son más humildes, que hemos dado un cambio radical a esta ciudad tras la apertura del Teatro Sánchez Aguilar. Nos podemos poner la medallita que nos corresponde. La primera campaña publicitaria que hicimos fue ‘Todas las semanas algo nuevo que disfrutar’, y lo hemos cumplido a rajatabla.
Se dedicó mucho tiempo a la dirección coral. ¿Ha podido en su vida llevar la armonía en todos sus aspectos?
Mira, me considero un hombre afortunado. Más o menos he podido llevar mi vida en armonía, porque los coros tampoco se manejan bien (risas). Todos tenemos ensayos, peleas… Me ha dado muchas satisfacciones.
Para esta entrevista repasaba su currículum. Más de cuatro hojas de trayectoria y proyectos. ¿Qué de todo eso que hizo lo cambió para siempre?
Seguramente la danza. Es una de las que más me han movido. Pero en especial lo contemporáneo. Siempre he querido saber el momento que estoy viviendo.
¿Qué piensa de su trabajo?
Que es ser un provocador de encuentros. Un gestor de sueños. Eso es un director. La Fundación Sánchez Aguilar también es educación. ‘Educar es liberar’ es nuestro lema. Y eso hemos hecho desde las artes escénicas.
Decía sobre la tarima y al terminar la sesión de fotos: ‘Bueno, esto es todo’. ¿Qué pasará luego de que cierre ese telón?
No lo sé. Yo no soy creativo, la verdad. Me imagino que seguiré vinculado a las artes escénicas y a la música. Quizá dirigir un coro o cantar…
¿El retiro siempre lo imaginó en Valladolid, su ciudad?
No. Lo pensábamos en la playa. Va a ser duro volver a casa. Y más ahora, ya que hace un mes me dieron la noticia de que seré abuelo de un ecuatoriano. Mi hijo ha hecho su vida aquí, así que el próximo año vendré a conocer a mi nieto.
Se describe como un ayudante de cumplir sueños. ¿Se cumplieron todos los suyos?
En general sí. He debido hacer algunas cosas bien, porque aunque nunca fue mi sueño dirigir un teatro, siempre se tiene una idea de lo alto que se puede llegar, y se cumplió. Dejar un legado en el quehacer teatral de esta ciudad es de lo más importante.
“La meta está más allá”
¿Cuál sería el título que le pondría a todo este recorrido?
¡Qué difícil! Sería La meta está más allá.
¿Cuándo la comienza a escribir?
Yo no soy dramaturgo ni escritor, aunque me lo han ofrecido.
Como europeo, ¿llega a percatarse de lo que llaman realismo mágico en lo que pasa en el día a día?
¡Siempre! Yo inicio en la música como a los 16 años, junto con la música protesta. Y lo que yo escuchaba era música latinoamericana: Violeta Parra, Mercedes Sosa, Piero, Quilapayún e Inti-Illimani. Esto me llevó al folclor andino y, siendo un adolescente, tuve un grupo llamado Aymara. Siempre he tenido corazón latino.
La nueva encargada del teatro Sánchez Aguilar
Fabiola Pazmiño Guerrero asumirá el cargo como directora artística del Teatro Sánchez Aguilar. “Es una mujer que será muy importante para esta ciudad, quiteña y con un gran bagaje en este quehacer, porque lleva 15 años trabajando en el Teatro Sucre”.
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Fotos: Francisco Flores // EXPRESO.Producción: Vanessa Tapia (IG: @vanessatapiaa).
Locación: Teatro Sánchez Aguilar (IG: teatrosancheza).