De reportero a heladero: La historia de Jorge Salazar y su negocio familiar
Tras meses alejado de las cámaras y los micrófonos, el periodista se dedica de lleno a su segundo amor: los helados
Jorge Salazar, conocido por su labor como periodista en RTS, ha dado un giro a su vida profesional. Tras alejarse del periodismo desde el 1 de julio de 2024, el comunicador se ha sumergido de lleno en el negocio familiar de los helados, un legado que comenzó hace más de 60 años en Guayaquil.
Hoy, con la ayuda de su hermana Lucciola, su mamá y su hermano, dirige una pequeña empresa dedicada a la producción de helados que se distribuyen en diversos locales y supermercados de la zona de La Puntilla, en el cantón Samborondón.
La idea de transformar el negocio familiar en una marca sólida surgió en 2020, durante la pandemia del covid-19. A pesar de que al principio la venta de los helados no despegó como se esperaba, el producto, que tiene como base el coco, ganó rápidamente el corazón de muchos guayaquileños, quienes recordaban el sabor de los helados vendidos por su padre en carretas durante los años 80.
“Todos me pedían los helados de coco que vendían sobre barquillos crocantes mi padre y otros parientes, cuando recorrían en carretas cilíndricas de madera y metal los diferentes sectores de Guayaquil”, relata el periodista.
El legado familiar de los helados de coco
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Leer másLa historia de los helados de Jorge tiene sus raíces en la ciudadela 9 de Octubre, donde su tío Humberto Oleas comenzó a venderlos en la década de 1950. Era 1980 cuando el padre de Jorge, Roberto Salazar, llegó desde Machala para que se uniera al negocio de la producción y venta de helados con sabor a coco, fórmula que hasta el día de hoy mantienen y que transporta a la infancia a todos quienes la saborean.
Hoy, además del clásico sabor de coco, la familia ha diversificado la oferta, incluyendo sabores como naranjilla, mora, ron pasas, chocolate y capuchino. A pesar de modernizar las carretas y cambiar el branding, Jorge mantiene el respeto por la tradición y la calidad que caracterizó al producto desde sus inicios.
El negocio ha tenido algunos obstáculos, como el intento fallido de patentar la marca familiar, que ya la tiene una empresa panameña, aunque sin uso. “Por esa razón patenté la mía, pero la gente quiere la marca familiar, la de siempre, la que ellos recuerdan. Estamos luchando a ver qué se puede hacer. Todo esto es complejo y caro”, resume Jorge.
Alejado del periodismo, hoy Jorge se dedica con pasión a las operaciones y conexiones con los clientes, mientras que su hermana Lucciola se encarga del marketing y las relaciones públicas. La familia trabaja en conjunto para mantener vivo el legado, adaptándose a los nuevos tiempos sin perder la esencia de los helados que, durante décadas, han hecho felices a tantas generaciones de guayaquileños.
"Un barquillito de helado ponía feliz a todos por igual, sin importar su estatus y procedencia. Igual lo disfrutaban ricos y pobres, desde el norte al sur de Guayaquil", destaca Jorge Salazar, mientras sueña con expandir la marca familiar a todo Ecuador y seguir endulzando la vida de muchas más personas.
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