Así viví la gala 96 del Óscar
Un encuentro inesperado marcó mi entrada al teatro Dolby, donde se llevó a cabo la ceremonia de los premios Óscar, el domingo 10 de marzo.
No todo es entrevistas en este mundo fílmico. Camino hacia el Teatro Dolby, a las 15:00, el tráfico es intenso y vamos como en cortejo fúnebre. El vigilante de tránsito nos dice que hay una manifestación a favor de Hamas y parte de las calles cercanas al teatro han obstaculizado el andar.
Llegamos al parqueadero otorgado por la Academia y, para sorpresa, mis sobrinos se dan de narices con Bradley Cooper (yo incluido). Consideramos que hay que ceder el camino, pero es él quien se detiene. Va en compañía de su madre. Él pasa el 1,80 de estatura, está quemado por el sol. ¿Ella? 1,62. Una de mis acompañantes le dice: “Tiene usted una madre muy bella”. Cooper se detiene para agradecer. Me observa y añade: “Tengo la mejor madre del mundo”.
Corro a la sala de prensa, pues el Óscar va a empezar en cuatro minutos. Son las 15:56.
El escenario (que ya todos han visto) semeja un ovni multicolor. El maestro de ceremonia, Jimmy Kimmel, lanza su monólogo, pero no escapa de la política. Al mencionar Pobres criaturas, añade un “es la historia de una mujer con mente de niño”. Los que prestaron atención a sus parlamentos se percatan de que está lanzando una puya a la senadora Kath Britt, quien criticó al presidente Biden tras su declaración sobre el Estado de la Unión. El Óscar no puede escaparse de la política.
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Físicamente, no tiene nada que ver con Mary Lamb, la cocinera del colegio ficticio de Los que se quedan. En persona es una mujer guapa, el color de su piel es claro, digamos un beige oscuro. Los ojos son color café. Pequeña. No más de 1.63 de estatura. Luce sus 37 años y viste, según me dice Tara Birrel, un traje diseñado por Louis Vitton color celeste con una larga cola que semeja el manto de una reina. Allí muestra que las joyas son formidables. A mí me asombra el tono de su voz: es armónico, cadencioso y claro.
Abren la ruta de las entrevistas y levanto mi número: 315.
Usted dijo en su discurso de aceptación que siempre quiso ser diferente y que ahora lo ha logrado… Siendo usted tal cual es, ¿cómo se siente al verse triunfante?
Sabía que era diferente, pero guardaba la sensación de convertirme en algo más. Cuando admiraba un espectáculo, mientras crecía, me percataba de que no me veía exactamente allí. Sin embargo era el patrón de lo que yo en el fondo anhelaba, el éxito. Entonces mis sentimientos buscaron ese objetivo. Empecé a verme, justo cuando recorría el camino de mis ambiciones, comencé a trabajar, en tratar de convertirme en algo superior, fue el instante en que me encontré… a mí misma, a ser lo que soy.
Surge otra pregunta, esta vez de una periodista de la India:
¿Qué momento, en toda esta larga jornada de premiaciones, sobresale entre todas aquellas? Creo que ha obtenido 57 galardones.
Pienso que lo que ha resaltado, siempre es el ambiente de camaradería. No sabía qué esperar. Ignoraba si podía considerarse que era una cacería entre seres humanos, que surgiría la agresividad. Pero no fue así. Lo que experimenté fue un gran compañerismo, con personas que estaban sintiendo y viviendo lo mismo que yo. Se siente un apoyo mutuo y por ello afirmo que encontré amistad.
SURGE UNA NUEVA PREGUNTA:
Yo cargo siempre recuerdos de mis seres queridos. ¿Qué tan importante fue para usted haber llevado en la película los lentes de su abuela?
¡Fue crucial! Sabía que era un rol dificultoso, que requeriría, que sentiría una profunda vulnerabilidad. (…). Necesitaba algo que me tuviese con los pies en la tierra. Así, entre todos los accesorios, maquillaje, peinados, percibí que representaba a las mujeres de mi raza en su lucha constante por la vida. Así que esos lentes fueron un homenaje, no solo a mi abuela sino a todas ellas.
Al salir de la sala, no es Da’ Vine. Es una reina bien vestida, carismática y, sobre todo, muy tierna.
Durante mucho tiempo quise ser diferente y ahora veo que bastaba con ser yo misma
SU DISCURSO
“¡Dios es tan bueno! ¿Saben? No pensé, jamás, que iba a ser de la actuación una carrera. Empecé cantando y mi madre dijo: ‘Cruza la calle hacia el departamento teatral. Allí hay algo para ti’. Agradezco a mi madre su dictamen y lo extiendo hacia todas aquellas personas que se cruzaron y apoyaron en mi vida. Durante mucho tiempo quise ser diferente y ahora veo que solo bastaba con ser yo misma y gracias, gracias por verme así. Y gracias a Ron Van Lieu, cuando era la única afroamericana en clase y me dijo: ‘Está bien que no te veas como algo diferente, porque era terreno virgen y vamos a forjar tu propio camino”.
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Robert Downey Jr. está en la primera fila y, a momentos, muestra señales de desacuerdo con lo que están diciendo. Cuando queda seleccionado como el mejor actor secundario del 2023 sube al escenario para decir: “Gracias, esto es asombroso, solo fallaron una línea. Me gustaría agradecer a mi terrible niñez y a la Academia, en ese orden. También me gustaría darle las gracias a mi veterinaria, quiero decir… mi esposa Susan. Ella me encontró cual perro gruñón y tú me has amado desde entonces y por eso estoy aquí. Gracias”.
Y continúa: “Les voy a hablar de mi pequeño secreto. Necesitaba este trabajo, más de lo que este me necesitaba y Chris lo sabía y Emma (Nolan) quiso estar segura de que yo estaría rodeado de un gran reparto. (….), todo fantástico. Y aquí estoy, ahora, de pie frente a ustedes como una mejor persona. Forjada por lo que he dicho. Lo de esta noche es muy significativo y me llena de felicidad saber que lo que hicimos se convirtió en algo importante”.
Y los agradecimientos continúan: “Quiero hablar de mi publicista, mi agente (Philip Raskind que está aquí al igual que Joy Ferly, a mi madre. A todos ustedes. Muchas gracias. Inclusive a mi estilista porque nadie logra lo que ella logra, gracias Erica. Y voy a terminar diciendo esto: mi abogado, Tom Hansen, desde hace 40 años, la mitad de los cuales se las ha pasado tratando y logrando asegurarme y sacándome de la cárcel. Gracias mi hermano. (…)”.
Como ha sido una introducción que da para hacer mil preguntas, lo esperamos en la sala de prensa… Pero, él ha resuelto no visitarnos y todos quedamos con las preguntas rondando en el cerebro.
Entonces me vino a la mente, el año 1999 cuando el juez del condado de Riverside lo mandó a la cárcel y parte del castigo fue recoger basura de las carreteras del condado. La sentencia fue clara: “Usted, señor Downey, tiene que saberlo. Usted no está en Los Ángeles, está en Riverside y aquí no hay padrinazgos”.
Necesitaba este trabajo, más de lo que este me necesitaba y Chris lo sabía
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