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'Testigos modestos' se presentará en Guayaquil, Quito y El Coca.Cortesía

'Testigos modestos' convierte la danza contemporánea en un museo

La obra sigue a cuatro bailarines que conectan con sus ancestros en un formato que combina movimientos estáticos y dinámicos

La filósofa Donna Haraway, en su libro Testigo modesto@Segundo milenio, plantea que un testigo modesto es quien observa y comprende el mundo sin imponer su subjetividad. Bajo esta premisa, la obra de danza contemporánea que lleva el mismo nombre busca conectar con la memoria ancestral a través del movimiento y la especulación.

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Creada por la agrupación Silencio, Cuerpo en Movimiento, la pieza se presenta el 21 de febrero en Muégano Teatro de Guayaquil, a las 19:00. Y como parte de su gira nacional, también llegará a Quito el 14 de marzo y a El Coca el 28 del mismo mes.

Dirigida por la bailarina y gestora cultural Gabriela Piñeiros, Testigos modestos se concibe como una “instalación para escena”, en la que los bisabuelos de los bailarines “hablan” a través de ellos. Estrenada en 2023 y ganadora de los fondos concursables para la producción de artes escénicas del Ministerio de Cultura y Patrimonio, vuelve con cambios en el elenco y nuevas exploraciones emotivas.

La sinopsis

¿Qué le contarías a tu bisabuela sobre el mundo hoy? ¿Sería un relato de ciencia ficción del paraíso o un relato de terror? ¿A qué nos suena lo que vive el mundo hoy, y cómo era antes? ¿Por qué estamos así ahora? ¿Qué está mal con el mundo ahora que a ‘ellxs’ no les gustaría ver? ¿Podrían haber hecho algo? ¿Qué piensan ellos sobre el hoy? ¿Qué piensan de nosotras? ¿Qué nos podrían contar de su experiencia? Llegó el momento de imaginarlo.

Uno de los elementos más innovadores de la puesta en escena es su carácter instalativo: al igual que en una exposición de arte, hay momentos en los que la acción se detiene. El proceso de remontaje ha implicado actualizar las “premisas emotivas” que guían a los bailarines. A través de una metodología de codificación del movimiento, cada intérprete sigue un guion coreográfico que detalla tanto los desplazamientos físicos como la emoción que los acompaña.

Para Piñeiros, “la experiencia es una invitación a la contemplación más allá de la historia personal de los bailarines”. La obra, cuya duración es de 50 minutos, abre espacios de interpretación en los que el espectador proyecta su propia memoria y subjetividad. Así, al presenciar la función, los asistentes integran su mirada en la construcción de la narrativa escénica, convirtiéndose en testigos modestos.

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¿Qué es el arte instalativo?

El arte instalativo de Testigos modestos se refiere a una serie de imágenes que, al igual que en una exposición o galería, guían al espectador a través de diferentes espacios y momentos narrativos. Según la directora Gabriela Piñeiros, “algunos de estos momentos no tienen movimiento, es decir, son imágenes estáticas que el público tiene que sentarse a contemplar. Así son los momentos instalativos de la pieza”.

La obra combina escenografía fija, proyecciones en video y la disposición de cuatro bailarines en escena para crear estos instantes de quietud. De este modo, la instalación busca una interacción más pausada y reflexiva con la obra, en la que “quien decide cómo entablar esta relación con el momento en escena es la mirada del público”.

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