'Los tres mosqueteros, D'artagnan': ¿Ver o no ver la nueva franquicia?
El clásico de la literatura se renueva con esta cinta del director francés Martin Bourboulon
La novela de Alejandro Dumas, Los tres mosqueteros, D'artagnan (1844) es llevada nuevamente al ecrán luego de numerosísimas presentaciones. Las más notables son la de 1921, con Douglas Fairbanks (uno de los astros más destellantes del cine mudo), Cantinflas (1942), Gene Kelly y Lana Turner (1948, filmada por primera vez en tecnicolor) y la de Michael York y Raquel Welch (1989).
Ahora llega la adaptación francesa dirigida por el talentoso y popular Martin Bourboulon (43), cuyo prólogo sirve para mostrar eficiencia: meritoria posición de las cámaras hasta crear planos secuenciales, con los que el espectador tiene la sensación de estar allí, en las contiendas que involucran capas, mosqueteros y espadas. Emplea tamaños diferentes de planos y ángulos en el seguimiento de los personajes o en la exposición de escenarios, y esto dinamiza al largometraje.
Además, cuenta con una espátula visual que engancha: maquillajes y vestuarios precisos, loable arquitectura y decoración, ambiente “sucio y refulgente” (dice un diario francés) y, sobre todo, sin excesos digitales.
El guion hace justicia a Dumas en su contexto histórico y proclama una certeza: la nobleza de aquella época era mundana y el pueblo la detestaba. Así, todo llega a ser imagen de realismo.
También ha creado un nuevo personaje: Louis Anniaba (Ralph Amoussou), quien fuese el primer mosquetero negro en la historia de Francia.
Cada época tiene su color y Los tres mosqueteros: D’Artagnan lo demuestra con su brillante cinematografía, con la cual revive una época de lujos y aventuras; y se nos brinda la oportunidad de volver a escuchar la frase que se dijo en la niñez y adolescencia: “Uno para todos, todos para uno”.
Destacan las actuaciones. En especial, Vincent Cassel con un Athos que se muestra dispuesto a todo, porque ya no tiene nada. La película en sí “forja la sensación de que estamos frente a un lienzo que tiene la tesura de algo inacabado”.
¿Alguna falla? Con minutos menos hubiera sido perfecta. Pero vaya a verla. Es entretenida, repleta de acción, de penetrante mirada hacia aquel pasado, de ensalzable producción artística, donde reluce el cuchillo del cinismo.
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