Los últimos artesanos del sombrero blanco en Pamatug
Los pedidos de este producto han bajado drásticamente con el pasar de los años. Ya son pocas las manos que se dedican y mantienen vivo este oficio
Rodrigo Perrazo se toma el trabajo con más calma. Existen varios motivos: la edad -tiene 77 años- y porque la producción ha disminuido. Es entre los pocos artesanos que aún quedan que elaboran el sombrero blanco de lana para los habitantes de comunidades indígenas. Rodrigo habita en Pamatug, caserío de la parroquia García Moreno a 12 minutos del centro de Pelileo. La comunidad es la pionera en elaborar los sombreros.
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Hace una década, tenía pedidos de hasta 60 sombreros semanales, ahora son 30 mensuales. Los elabora con calma, sin ajetreo, pero eso sí con el mismo amor de antaño.
Muy cerca de Rodrigo están Hernán Carrasco y su esposa Jimena quienes son la cuarta generación de la familia en fabricar los sombreros de lana.
Con ellos también muere la tradición, aseguran- tienen tres hijos- aunque saben el oficio no se dedican porque cada uno tiene sus profesiones y trabajos en otras ciudades del país y en Estados Unidos.
En la actualidad ellos fabrican de manera personalizada. Tienen su cartera de clientes quienes les llaman, pagan por el producto y ellos elaboran la prenda y les envían.
Confeccionar esta prenda que es parte de la vestimenta ancestral de los pueblos andinos tiene su pericia. Todo empieza desde buscar la lana, antes ahí mismo trasquilaban al borrego, pero en la actualidad prefieren adquirir en las fábricas, por varias razones: tiempo y fuerzas.
Rodrigo Perrazo tiene su pequeño taller a un costado de su vivienda, cerca de los sembradíos de maíz y papa. Él aprendió el oficio cuando tenía 30 años y observando a sus padres, ya que no les querían enseñar.
El proceso empieza con la limpieza de colocar la lana en agua hirviendo y ahí deben lavarlo, esta técnica le denominan el batanal. Mientras más lavadas tenga el sombrero sale de mejor calidad, mencionó Perrazo.
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Desde el primer paso requiere de mucho esfuerzo, porque además la lavada es con agua caliente. Después empieza el secado, colocado en los moldes, le colocan la goma, vuelven a secar hasta que le dan forma y pulido al sombrero para su terminación final.
Hernán Carrasco aseguró que todo depende que haya sol, cuando llueve mucho se tarda mucho más el proceso y se echa a perder todo el proceso anterior. En el taller que está en medio de la vivienda, ha acondicionado un espacio para el escurrido.
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Apatug es la pionera en la elaboración del sombrero blanco de lana. Desde este sector de Pelileo se distribuyen a las comunidades indígenas de Tungurahua, Chimborazo y Cañar.
Hasta hace unos diez años trabajaban al menos 200 artesanos en esta actividad quienes se iban a las diferentes ferias a comercializar el sombrero. Sin embargo, las enfermedades se han llevado a algunos artesanos y no quedan herederos que continúen, en la actualidad son contados. Apenas quedan seis y temen que con ellos también desaparezca el oficio en Apatug.
Rodrigo antes laboraba con su esposa, pero ella tampoco tiene la misma agilidad y fuerzas que antes, asegura. Por eso, ya no hace la misma cantidad, porque prefiere quedar bien a sus clientes.
De igual manera, Hernán, de 61 años de edad, está orgulloso de haber aprendido el arte, pero lamenta que ya no tendrá quién le reemplace.
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