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Verónica Morales, propietaria de Ático Danzas
Verónica ha transmitido a sus hijas el amor por la danza.Cortesía

Verónica Morales: “Si existieran más bailarines, el mundo sería mejor”

Lo que inició en su casa como un sueño, se ha convertido en Ático Danzas, un lugar que busca todas las niñas puedan bailar

La música sonaba desde el ático de una casa. Al subir, allí estaba un grupo de niñas bailando al ritmo de los pasos de Verónica Morales. Era una clase con tan solo ocho alumnas.

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Corría el año 2005 y Verónica iniciaba un proyecto que sonaba alocado en una ciudad que, en aquel entonces, no tenía muchos teatros. Consistía en una academia de danza. Ya lo hizo, Ático Danzas existe y, al día de hoy, tiene cientos de alumnas interesadas por este arte.

Lo logró a pesar de haber estudiado ingeniería en administración de empresas, “más por el miedo que tenía en un inicio a comerme la camiseta”. El baile es su motor, y la academia su cable a tierra.

Con trofeos internacionales que se destacan en su oficina, Verónica, quien actualmente sigue una maestría en Investigación de la Danza en la Universidad de la Rioja, empieza este diálogo con EXPRESIONES. Cuenta cómo dedicarse al arte ha sido posible y enumera las claves de una enseñanza en la que todas, sin importar la estatura o el tipo de silueta, pueden bailar. 

Verónica Morales, propietaria de Ático Danzas
Verónica asegura que lo que pasa en las clases es mágico, allí todo se transformaCORTESÍA.

Con la bandera de Ecuador

El gusto por enseñar dice que viene marcado desde su niñez. “Cuando yo era pequeña y estaba en una academia de ballet, le pedía a mis padres que me fueran a ver más tarde para quedarme enseñando a otras niñas” recuerda.

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Una vez que se graduó, fue contratada para dar clases en esa academia y, al poco tiempo, decidió empezar la aventura de emprender. El ático de su casa fue el primer salón. Al año siguiente se mudó a un local y después de cinco años comenzó a expandir el negocio.

Ballet y jazz fueron sus primeras opciones de enseñanza. Hoy, su fuerte es el hip hop, tanto así que en competencias internacionales, sus alumnas han resultado campeonas en diferentes categorías. La más reciente, en marzo de 2023, en Orlando, en el evento Contest of Champions.

Ahora se alistan para representar al país. En septiembre irán como Team Ecuador a Canadá para alzar la bandera tricolor y competir en el Panamericano y Copa América.

Más que una academia, un lugar seguro

“Lo que pasa en las clases es mágico, allí todo se transforma. He tenido estudiantes que, al graduarse, dicen en sus discursos: ‘Ático me salvó’”. Verónica está convencida de que la danza también es terapia. “Más allá de la situación que estén pasando en su adolescencia, ellas toman la decisión de ser buenas y felices a través del baile… Si existieran más bailarines en el mundo, este sería un lugar mejor”.

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También promueve la diversidad, pues sabe que hoy la danza no solo es para delgadas, sino que se pueden acoplar diferentes contexturas, más aún cuando el ballet no es la única opción, sino que hay más estilos que requieren de chicas más fuertes. Entre las alumnas están también sus hijas de cinco y tres años (foto). Mientras fluye la entrevista, las pequeñas terminan el ballet y se alistan para las clases de acrobacia.

“Si algo rescato de haber emprendido en danza es que este lugar es una fiesta todo el tiempo, veo niñas felices y seguras de sí mismas. Este es su lugar seguro”, dice orgullosa.

Enfrentar los desafíos

Ya son 19 años los que le ha dedicado a Ático. Y aunque ya colgó sus zapatillas de punta, le apasiona dirigir y enseñar. En la pandemia experimentó desde lo online. Pero extrañaba los aplausos en vivo y los nervios tras bastidores, hasta que volvieron a presencial.

Frente a todo lo que ha pasado en el país, considera que emprender es de valientes. “El que emprende en Ecuador está listo para emprender en cualquier parte del mundo y tener éxito… Hemos pasado tanto como país, desde ola de delincuencia, apagones, toque de queda. Lo que toca es ponerse la camiseta”, sostiene.

Tiene fe de que, poco a poco, la situación mejorará y los teatros volverán a llenarse. “Las bailarinas necesitan estar en los escenarios. Ahí logran causar en el público una impresión, una reacción y un brillo en la mirada”, concluye.

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