Wish, el poder de los deseos
Los talleres Disney, para celebrar sus 100 años, han derretido los colores de los pavos reales, colibríes y tucanes.
Wish deja en la gigantesca pantalla una verdadera esplendidez visual, tanta... ¡que asombra! Para filmarla invirtieron 200 millones de dólares y la trazaron con animación computarizada y acuarelas, uniendo así al presente con el pasado. Le incluyeron canciones escritas por Benjamín Rica y Julia Michaels; de ellas. Mi deseo quedará incluida en los próximos premios Óscar.
La banda sonora, que es muy relevante, pertenece a David Metzer. Su director, Chris Buck (Óscar 2012 por Pinocho) acierta pues conoce perfectamente el mundo animado, él es actor de voz, guionista, animador de personajes, artista de concepto, actor y compositor. Solo que, en esta ocasión, apoyó más la nostalgia que al futuro. Seguramente influyó en la estructura del guion, pues sus personajes guardan mucha similitud con los viejos moldes, los que unificaron Blanca Nieves y los siete enanos, Pinocho, Dumbo, Bambi, Peter Pan, La dama y el vagabundo, La bella durmiente y muchas más.
Por supuesto que a la generación actual le importará poco y algunos se preguntarán cuáles eran. Pues ellos afloran en los créditos finales con sus contornos brillantes, al estilo de una constelación dorada de sus clásicos personajes, sin olvidar a los “malos” de largometrajes pasados y esto le quita algo de su gustillo futurista.
Sin embargo, se hace necesario aplaudir este nuevo estilo de animación, la mezcla se ha generado con acierto y se recrea “más allá de imitar a Pixar, que hace mucho tiempo se ha convertido en estándar para la animación por computadora”, que también disciernen los críticos estadounidenses. Y ello permite admirar espectaculares exteriores, su diseño de producción y secuencias imborrables: los cielos estrellados, la iluminación, la coreografía. La danza de las gallinas, su ritmo veloz, el mensaje sobre la importancia que los deseos tienen en la vida de los seres humanos, su genial visualización y un colorido que envuelve a los espectadores.
¿Algo más? Sí, un verso de la canción Mi deseo: “Luz de estrellas, estrellas brillantes / la primera estrella que veo esta noche / Ojalá pudiera obtener mi deseo (...)”.
EL ARGUMENTO
En el reino mágico de las Rosas, situado en la Península Ibérica, el rey Magnífico guarda en una especie de altar los deseos de sus ciudadanos... sus esperanzas, sus sueños. Estos se manifiestan cual burbujas de brillante luz que escapan voluntariamente de sus pechos y se convierten en propiedad del rey; sucede al cumplir las personas 18 años.
El problema es que -inmediatamente- olvidan cuáles eran sus deseos y pierden su individualismo. Todos los habitantes del reino han sido adoctrinados para creer que eso está bien porque si “prestan” sus deseos al monarca existe la posibilidad de que algún día se los devuelva. Pero Asha, una chiquilla de 17 años ve sombras de maldad y se rebela al pedir ayuda a las estrellas, las cuales le envían un pequeño duende luminoso que no habla, pero luchará junto a ella.
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