Ayer, pobre Metro; ahora, pobre Quito
La actitud poco seria de las autoridades municipales ofende, ha rebasado el límite del engaño, roza el filo de la estafa
El Metro de Quito nació sin planificación, al gusto de técnicos extranjeros y no puede trabajar por incompetencia de sus administradores, que desorientados improvisan decisiones, dicen y se desdicen sobre su entrada en operación. La última oferta fue para marzo de 2023, incumplieron otra vez. Para justificarlo, el gerente de la Epmmq ensaya una nueva mentira: dice que por la envergadura e importancia del proyecto es necesario hacer inducción pública también en el sistema de recaudo, por lo cual los trenes no rodarán sino hasta fines de 2023 (otro cuento chino). Las verdaderas causas para que no entre en servicio comercial son: no hay entrega oficial del constructor al Municipio, ni de este al operador internacional; el sistema de recaudo no está listo; no hay sistema de seguridad dentro del túnel; el personal para fiscalizar no está completo; no saben cómo articular las unidades de superficie y el tren subterráneo; sus propuestas no son viables. El tráfico de la ciudad ha colapsado y la entrada en servicio del Metro es urgente. La actitud poco seria de las autoridades municipales ofende, ha rebasado el límite del engaño, roza el filo de la estafa. Por más de una decena de veces los gerentes de la Epmmq han hecho anuncios mentirosos, cuatro alcaldes se han burlado de la ciudad. A esto hay que sumar los millones de dólares que Quito injustamente debe pagar por la inactividad comercial de los trenes por más de dos años y más de tres meses al operador internacional (incapacidad administrativa), sin contar los altos sueldos de los asesores españoles.
Marco A. Zurita Ríos