Cartas de lectores: ¿Hasta cuándo?
Nadie está a salvo, ni los que caminamos honestamente, ni los que solo queremos expresar nuestra voz en medio de tanta violencia
Ecuador ha pasado por mucho en los últimos años, por sometimiento producto del uso de sustancias ilícitas y por la gran enfermedad del siglo XXI: la corrupción. Es increíble ver cómo el dinero, poder, ansias de superioridad han quitado el honor y la paz a la vida propia, arrastrando consigo a la multitud ecuatoriana. Vergüenza ajena dan aquellos que solo se dejan guiar por ideas populistas cuando lo correcto es investigar, analizar y sacar conclusiones para el bienestar del país, pero sobre todo para acertar en las decisiones políticas que a la larga nos benefician o perjudican. ¿Desde cuándo la política dejó de ser una doctrina de bien y se transformó en el despelote que vemos hoy, donde los que se llenan son los bolsillos de sus supuestos defensores, y donde las obras y la ayuda al pueblo se desvanecen? Esto va sumando al caos. La delincuencia queriendo dominar un país, ¿por qué?, ¿hasta dónde hemos llegado? A estar frente a la TV viendo cómo las mafias amenazan a un presidente de la República porque saben que los pactos no funcionan con los nuevos rostros políticos. La fuga no de uno, sino de varios líderes de bandas criminales demuestra que la frase ‘por la plata baila el mono’, es más que cierta. Nadie puede negar que de algo se deben valer para obtener lo que desean, y no estoy poniendo en tela de duda la integridad de quienes resguardan a estas personas, pues también puede darse el caso de la amenaza a sus familias. La violencia es cada día más imparable, pasamos de la tranquilidad de sentarnos fuera de casa a ver jugar a los niños, a escondernos en la habitación más alejada de puertas y ventanas, pues no se sabe en qué momento las balas comienzan a entrar. Mueren a diario niños, niñas, adolescentes, hombres, mujeres, ancianos y ancianas, muchos de ellos víctimas colaterales. Nadie está a salvo, ni los que caminamos honestamente, ni los que solo queremos expresar nuestra voz en medio de tanta violencia. La impotencia me invade y solo lucho para que en el futuro, de cualquier forma, tengamos un lugar más seguro y digno donde nuestros hijos sean educados en el civismo y el amor por su patria.
Elsa Sabando L.