Cartas de lectores: ¡Alcalde y prefecta parecen cortados con la misma tijera!

Una prueba de su pésima gestión está a la vista de todos

“Quien espere que Guayaquil se convierta en Suiza, que se vaya a vivir a Suiza”. Esta grosería que aún debe retumbar en los oídos de quienes reclamaban que la ciudad está sucia y desordenada por culpa de una corporación municipal que se gasta más de medio millón de dólares haciéndole publicidad a obras que quedaron abandonadas por la exalcaldesa Viteri, tiene mal genio a los porteños, porque el autor de este desaguisado es quien ocupa desde hace más un año el sillón de Olmedo. Causa pena que la provincia con la ciudad más grande y poblada del país no pueda encontrar un funcionario que maneje un léxico adecuado. A lo mejor él no sabe que la humildad practicada en los hombres de bien es grandeza del alma. Si mi abuelo viviera repetiría: “debemos cuidarnos mucho de los malos actores porque son buenos hipócritas”. Desafortunadamente, Guayaquil tendrá que seguir sufriendo hasta que el pueblo resuelva este problema en las urnas. Sin embargo, las organizaciones políticas son débiles, y reflejan cierto nivel de inconsistencia ideológica, sin cuyo marco teórico es muy difícil avanzar. Esperemos que nuestros jóvenes, con mente aguda e inteligente, entren en defensa de los más caros intereses de la ciudad. Que el pueblo salga de su modorra y no confíe en ofrecimientos de políticos que pasaron de moda, que no hacen ni dejan hacer, pero que siempre llevan agua para sus molinos. Metería presos a los inventores de los GAD pues con esa ‘bendita’ ley se están llevando el dinero del pueblo. La prefecta del Guayas dice ser abogada, especialista avanzada en derecho ambiental y desarrollo sustentable, pero sigue mintiendo con el dragado del río Guayas, que continúa llenándose con millones de toneladas métricas de sedimento que llegan del Daule y el Babahoyo. Una prueba de su pésima gestión está a la vista de todos. Hasta ahora no la hemos oído decir cuál será el cantón que se rellenaría con esa basura, que cubre casi una tercera parte del río. No hace mucho estuvo recogiendo desechos por las calles de Playas, pero no dice dónde está la gabarra en la que gastó el dinero del pueblo para traerla y no anuncia los trabajos que ha prometido. Ya ha sido advertida algunas veces sobre pérdidas millonarias de agricultores y ganaderos que viven cerca del río. Es dura su misión, pero ella está sembrando esperanzas que no cumple. Es hora que la fiscal general haga una investigación para saber en qué se invierte el dinero de los guayasenses.

José Emilio Ruiz Ortiz