Cartas de lectores: Al alcalde de Quito y a quien corresponda
Nuestra ‘Carita de Dios’ merece ser tratada como lo que es: una verdadera y genuina joya de arte
Quito, capital de los ecuatorianos, una ciudad realmente hermosa, fue declarada por sus méritos, cualidades, arquitectura e historia Patrimonio Cultural de la humanidad. Legendaria e icónica ciudad de estilo colonial, dotada de incalculables bellezas y singulares lugares turísticos dignos de ser visitados.
Sin embargo y, pese a los insistentes reclamos por parte de la ciudadanía, poco o nada se ha hecho por tratar de mejorar algunos acuciantes problemas que deben ser tratados en forma urgente y prioritaria, como los siguientes: la reparación urgente de los centenares de alcantarillas que permanecen sin la debida protección (tapas) y el recubrimiento de los miles de peligrosos baches distribuidos en toda la ciudad con el consiguiente peligro para peatones y conductores; completar la nomenclatura de las calles; iniciar, al menos, el soterramiento de cables aéreos y retiro de otros que permanecen sueltos y desparramados por el piso; cambio o arreglo de los recolectores y contenedores de basura que se encuentran en deplorable estado; suspensión o eliminación de algunas ciclovías que obstaculizan aún más el ya caótico tráfico vehicular; el adecuado y oportuno mantenimiento de los parques recreativos, etc., detalles que, aparte de afear la ciudad, ponen en peligro la vida de sus moradores. En resumen: hay tanto trabajo pendiente que debería ser tratado y solucionado con la urgencia que el caso requiere.
Es hora de ponerse a trabajar a conciencia, dejando de lado las revanchas y críticas sobre los errores del pasado; eliminando, de una vez por todas, los repetitivos y cansones discursos sobre temas políticos y, dejando de inaugurar obras anteriormente realizadas en su afán de atribuirse reconocimientos y glorias ajenas.
Nuestra ‘Carita de Dios’ merece ser tratada como lo que es: una verdadera y genuina joya de arte, digna de ser reconocida y admirada por propios y extraños siendo, sin duda alguna, motivo de orgullo para los ecuatorianos.
Fabiola Carrera Alemán