Cartas de lectores: El alcohol y sus calamidades

¡Salud, amigos de Baco, y que vivan las mortales bacanales!

Nunca fallan las bebidas espirituosas en todo evento social: farras, fiestas, fandangos, agasajos, guateques, matrimonios, bautizos, inauguraciones, despedidas, juergas, orgías y jolgorios. En muchos de los accidentes automovilísticos que ocurren a diario, las botellas van pintando de rojo el pavimento callejero, luego de embrutecer los sentidos y ralentizar los reflejos de los conductores. Las páginas de los periódicos salpican tinta sangre cuando relatan la multitud de eventos alcoholizados. En muchas de las peleas hogareñas y callejeras se nota su presencia pendenciera y belicosa: golpes, patadas, puñetes, botellazos, ojos morados, palabras hirientes y malos tratos confirman su diabólica presencia. ¿Cuántos delincuentes salen tragueados para darse valor y hacer cosas de asesinos y ladrones bravucones, capaces de cometer las peores atrocidades? ¿Cuántos individuos salen envalentonados a fornicar, adulterar o violar a cualquier fémina que se cruce en su perverso camino?

Asistió a la muerte de María Belén Bernal, macabro evento que destapó un adulterio y una furia desenfrenada que solo el alcohol es capaz de lograr. Se hizo presente en la muerte de la subteniente Aidita Ati, cuando manos comedidas querían desvestir a la enajenada dama para que duerma mejor, su sueño eterno.

¡Salud compadre! Ya se la tomó y ahora le toca al vecino; buen provecho; a mí no me puedes negar un traguito; chupa, chupa, que la vida es corta. ¡Salud, amigos de Baco, y que vivan las mortales bacanales!

Gustavo Vela Ycaza