Cartas de lectores: La alegría de verte
Vuelve más seguido te lo pido, dejando tu perfume que jamás expira
El ocaso pintó de rosado la tarde, cuando de repente llegaste tú. No te esperaba, pero estabas aquí; me cambiaste inesperadamente el día, me encontraste en mi parcela de Dios. Tanto tiempo sin verte. Abruma la trágica distancia, conservando alegrías escondidas, al llegar la tarde 16 de noviembre, donde todo rincón se ilumina. La alegría de verte turbó mis sentidos, al contemplar tus ojos azules, tu sonrisa de querubín perdido, el abrazo que cubre el alma, tornando al corazón gitano. Gracias por venir cubierta de brisa marina, no sabes cómo te he extrañado, cómo deseaba solo verte, escuchar tu voz, contagiarme de tu sonrisa, palpar el calor de tus manos. Te esperaré siempre en el atrio de la iglesia de Santa Elena, aquella con fachada tejida de madera. O en una calle con jardines de chavela y con nombre de manglar alto. Quizás te espere en el parque de glorieta romántica y columna blanca bordada de peregrinas. Dónde en algarrobo anida el cucuve. Vuelve más seguido te lo pido, dejando tu perfume que jamás expira.
Evelio Patricio Reyes Tipán