Cartas de lectores: Nada los amedrentó

Ni el tiburón de Spielberg, ni el Monstruo de Cojímar, La Habana, 1945, fueron justificaciones serias

Hay situaciones verdaderamente terroríficas. La gritería y ansiedad se exacerbaron en los espectadores en las salas de cine cuando exhibieron la película Tiburón, de Spielberg. La posibilidad de un tiburón gigantesco y sanguinario que merodeara y atacara sorpresivamente a los bañistas, distraídos en el disfrute de la playa, podía ser una realidad. Sin embargo, ni el tiburón de Spielberg, ni el Monstruo de Cojímar, La Habana, 1945, fueron justificaciones serias y amedrentadoras para que miles de isleños se lanzaran al mar a la orden del tirano Fidel Castro de abrir fronteras marítimas y expulsar a muchos cubanos en embarcaciones rústicas e inseguras durante el éxodo de los balseros de 1994.

Óscar Biscet