Cartas de lectores | ¿Y qué es el amor?
Más bien a ese ser, hombre o mujer, que requiere afecto y efectos del amor
En febrero todos pretenden enaltecer el amor y sobre todo el amor de pareja, el cálido disfrute y natural mandato de procreación entre hombre y mujer, entre macho y hembra; tal como lo declaró nuestro Creador, Jehová. ¿Pero los humanos han entendido realmente lo que es el amor? No han entendido ese sentimiento que comprende un conjunto de emociones, bondad, consolación, comprensión, hospitalidad, mansedumbre, gozo, paciencia y templanza (Gálatas 5: 22, 23). ¡Creo que no lo han entendido! Creo que la humanidad no ha comprendido qué es el amor; ese sentimiento de expresar el vasto torbellino de emociones en y con palabras, esa poesía llamada amor, la cual científicamente es una reacción química del sistema nervioso y no del corazón, a través de neurotransmisores como la dopamina, la serotonina y la oxitocina, los cuales producen y canalizan el placer. El amor es el refugio de una madre o mejor dicho de una mamá; el amor es esa comprensión y sensación de paz, consuelo, consejos y seguridad incondicional. El amor es la llama de un hogar, el amor es puro y sincero; el amor se torna pasión, deseo y posesión cuando decidimos amar a una mujer para retenerla en nuestros brazos y compartir todo con ella, sueños, ideales y metas. Cuán tentado está y ha estado el amor ayer, hoy y siempre por la vanidad materialista de la tonta humanidad y su razonamiento, que incluso exclaman y porfían despectivamente: ¿y qué es el amor? Frente a la necesidad y solvencia de amar y formar una pareja, tanto el hombre como la mujer se cuestionan esta interrogante; malversando al amor en negocio, disponiendo amar si el o ella cuenta con un buen y estable trabajo, situación que impone un nulo valor al ser; es decir, el ser que no cuenta con ese requisito no vale nada para la pareja y en los actuales tiempos no vale nada ni para la propia familia. ¡Qué barbaridad y desdicha que padece el amor y quien desea amar o ser amado! Hasta las madres venden su amor a sus hijos a cambio de una mesada o mal interpretada y blasfema recompensa divina; para hermanos y familia no sirve amar ni ser amado, ni dar, ni recibir ninguna muestra de solidaridad o ayuda para aquel hijo, hermano, sobrino o pariente que no cuenta con un sueldo estable y fijo. Más bien a ese ser, hombre o mujer, que requiere afecto y efectos del amor, le exigen un falso esfuerzo y es humillado, burlado y desechado.
Ernesto González