Cartas de lectores: ¡Añoro el país que nos ha robado nuestra clase política!
El Ecuador no puede perder el norte, necesita la unión en las diferencias, requiere hoy más que nunca la grandeza de sus ciudadanos
Estimados lectores, cuando vuelco la memoria dos décadas atrás recuerdo un país diferente; añoro un país, seguro, emprendedor, con medicinas en los hospitales, respetuoso, de personas cultas que expresaban sus criterios sin descalificar a nadie, sino siempre atendiendo las ideas y discutiendo los conceptos. Añoro un Ecuador con propósitos claros, no el país de la ruta incierta y el camino zigzagueante que seguimos, sin objetivos, sin propósitos. Un país sin metas y sin propósitos claros es un país que no va hacia ningún lado y se conserva estancado en el entrecruce de propuestas vacías y posiciones demagógicas, sin leer bien los tiempos que corren, ni las aspiraciones de la mayoría.
Añoro un Ecuador con educación de calidad y con empleos dignos, con un gobierno empujando por todos lados a la iniciativa de los emprendedores para que creen puestos de trabajo, formen sus propias empresas y sean prósperas. Añoro un país donde se tomen decisiones que beneficien a los más necesitados. Añoro un país donde se destaque lo bueno, donde se luzcan las galas del éxito que nos motiven y no la amargura, miedo y decepción de ver tanta violencia, criminalidad, drogadicción, delincuencia, corrupción e impunidad. Creo sin temor a equivocarme que muchos pensarán como yo: qué maravilloso era mi país, ese que nos han robado los malos políticos, particularmente desde hace dos décadas atrás. Finalmente, añoro una patria segura, con esos grandes personajes que lideraban nuestros esfuerzos y a quienes escuchábamos con atención, credibilidad y respeto.
El Ecuador no puede perder el norte en la crisis que vivimos, necesita la unión en las diferencias, requiere hoy más que nunca la grandeza de sus ciudadanos. Señor director, la oportunidad es propicia para desear a usted, a todos los colaboradores de este prestigioso medio de comunicación y a sus lectores un feliz y próspero año nuevo.
Mario Vargas Ochoa