Cartas de lectores: La ansiedad tras subirse al vagón del metro de Quito

En Quito la persona no puede bajar al andén para acceder al vagón si no pasa por varios lectores del código QR

No recicle, tras pasar por el lector del código QR, la factura de pago que le entregan al cancelar 45 centavos para ingresar al metro de Quito, podría terminar con orden de pago por una absurda -y de seguro próximamente declarada inconstitucional- multa de $ 460 que han dispuesto cobrar, por usuario, la operadora del Metro y el Municipio de Quito, a quienes no la tengan en su poder. Quienes idearon y aprobaron esta absurda y desproporcionada medida seguro vieron que Cuenca tiene el sistema de fiscalización posterior y aleatorio para usuarios del Tranvía, que pueden libremente ingresar al vagón, se entiende que habiendo cancelado su boleto en los dispensadores automáticos que hay en las aceras. Pero es que es diferente: en Quito la persona no puede bajar al andén para acceder al vagón si no pasa por varios lectores del código QR instalados a pocos metros de las boleterías, bajo estricta mirada de varios supervisores que, se entiende, deben ayudar a agilizar su lectura; más de uno no lo hace. ¿Se imaginan a los empleados de boletería repitiendo a miles de usuarios que cuiden esa valiosísima garantía, o la contaminación visual por publicitar la absurda disposición? ¿La ansiedad -y hasta el irracional deseo de bajarse- que sentirá el padre o madre de una numerosa familia, o un extranjero que por primera vez visita el Metro y trata de entender el aviso -locutado en español cuando ya está adentro del vagón- que no tiene idea de dónde guardó la facturita? ¿Cuánto tiempo pasará, tras dejar sin efecto esta desproporcionada e ilógica medida, para que se destierre del imaginario colectivo que hay que guardar el ticket para que no lo multen con un salario básico unificado? ¿Pensó la Operadora del Metro en cuánta gente va a ahuyentar porque con la Alcaldía se pusieron de acuerdo en este absurdo que nos hace aparecer como país con procesos subdesarrollados? Si temen que algún desadaptado ‘salte’ por los lectores de códigos -casi imposible por los supervisores y agentes de seguridad-, ¿por qué no pensaron que aun siendo posible revisar las cámaras para ver si una determinada persona hizo o no el pago, esta pudiera demandar y seguro ganar -entiéndase a la ciudad, que la financiamos todos con nuestros impuestos- por daños y perjuicios porque le hicieron llegar tarde? Con esa absurda, innecesaria y nueva medida confiscatoria, están creando un imaginario de hostilidad, falta de transparencia, discrecionalidad y abuso de poder en el Metro de Quito.

Diego Fabián Valdivieso Anda