Cartas de lectores: El arma que cambió de manos

Derogarla evitará que otro presidente se declare ‘jefe de todos los poderes’

La Revolución Ciudadana jamás pensó que su arma secreta, la Carta ‘revolucionaria’ cambiaría de dueño. La Constitución de Montecristi fue mandada a hacer (a los españoles de Podemos) a la medida del gobierno de la Revolución Ciudadana. 

La tramoya Constituyente fue obra del Corcho Cordero, pues Alberto Acosta se opuso al ‘cambiazo’ del texto y renunció. Lo alertó León Roldós. Imponer un marco jurídico totalitario permite eternizar ‘dictocracias’ (Cuba, Venezuela y Nicaragua). 

Lo dijo Fidel en el primer Foro de Sao Paulo: ‘La Revolución llega por las urnas y se queda por las armas’, pues en la constitución revolucionaria el gobierno pasa a “jefe de todo el estado” (no solo del poder Ejecutivo, sino del legislativo, judicial, Control Social, Electoral y funciones de Control) como se le chispoteó a Correa. 

Pero, cuando Lenín dio la espalda a su jefe, el arma secreta ‘hiperpresidencial’ fue a parar a manos ajenas. El bodrio de Montecristi es una peligrosa tentación de abuso de poder político. Derogarla evitará que otro presidente se declare ‘jefe de todos los poderes’.

Paúl Tapia Goya