Cartas de lectores: El benéfico altruismo de la hospitalidad

Meditarlo toca entonces, para actuar acorde al benéfico altruismo de la hospitalidad

La familiaridad y nada más que la convicción anímica pueden reconducirnos a la certeza moral del saber estar en el propio ser de cada uno, para no empañarnos de complicaciones y empeñarnos en observancias absurdas, que lo único que hacen es martirizarnos, congelando la alegría de morar desviviéndonos por los demás. Hace falta una acción diplomática y eficaz para reducir la tensión en el mundo. 

No podemos continuar con esta ruta de ataques permanentes. La historia no absolverá a nadie y, más pronto que tarde, lo que empieza en cualquier parte del mundo se extenderá por el planeta. El gran estímulo del arrogante reside en que quiere ser la cúspide dominadora, en lugar de optar por la entrega generosa del corazón, que es el que propaga el bien e irradia la bondad. 

Sin embargo, el gran impulso del humilde es su buena disposición a la benevolencia, al entendimiento cabal y a la consideración hacia todo ser viviente. Aquí es donde nace el fondo de humanidad, en el dócil. Meditarlo toca entonces, para actuar acorde al benéfico altruismo de la hospitalidad.

Víctor Corcoba