Cartas de lectores: Lo bueno se reconoce y se aprende
Entre los animales existe empatía, en algunos humanos es retórica
Dodo es un gato comunitario que apareció en mi cuadra. Cuando lo conocí tenía de ocho a nueve meses de edad, estaba débil y pasaba la mayor parte del tiempo durmiendo; poco a poco se fue fortaleciendo y hoy se ha convertido en un lindo ejemplar. Dodo aceptó mis pepas y bebe de la tarrina que tengo afuera de mi casa, pero... Yo lo alimento a las 09h00 y a las 18h00, sin embargo todas las noches a las 11h30 maullaba en forma desesperada. Yo salía y le proporcionaba nuevamente sus croquetas para que los vecinos no se quejen, mas el no las comía, hasta que descubrí la razón. Dodo actuaba así para avisar a una gata amiga, también comunitaria, que él le tenía alimento guardado pero que pronto se retiraría a descansar y al hacerlo, la comida estaría sin custodio. La gata habita en el parque, frente a mi hogar y vuela apenas escucha los maullidos de Dodo. Ahora dejo dos recipientes con alimento felino para que Dodo no se limite a comer su ración por compartir con su amiga. La Biblia en Mateo 13: 9 dice: “el que tenga oídos que escuche”. La lección de vida que Dodo nos ofrece es muy valiosa. Sin hablar, sus actos dicen mil palabras. Sabe que tiene su ‘jama’ asegurada, pero lo loable del felino es que no olvida sus tiempos de hambruna y comparte lo poco que tiene con el que menos posee. Entre los animales existe empatía, en algunos humanos es retórica.
Marysol del Castillo