Cartas de lectores: Cambio de rumbo urgente

Demuestre que quiere dejar un recuerdo de una administración sabia. Salga del despacho y escuche a sus electores, está a tiempo

El retorno a la democracia en 1979 implicaba una ilusión para el país, que veía con optimismo un sendero de progreso y optimismo por el futuro. No ha sido así y hoy somos testigos ciegos, sordos y mudos de la debacle de la democracia, la institucionalidad y una economía en ruinas. El gobierno con carácter interino del presidente Noboa no captó o en ello está, cuál es el sentido común de los ciudadanos que en las urnas le dieron el voto y la victoria. Le pidieron que inaugure un gobierno de unidad nacional. Eso implicaba convocar a los mejores ecuatorianos en cada una de las especialidades y del quehacer estatal; convocar a un pacto o acuerdo nacional para la gobernanza; proponer una profunda reforma del Estado para sentar bases para los próximos años. Pero lo que se ve es una repetición de lo que no se debe hacer en el arte de gobernar: juntarse a lobos hambrientos. La propuesta de gobernar con una generación que llega al poder por primera vez, sin experiencia en el manejo de la administración pública, es la reiteración de lo equivocado que estuvo el presidente Lasso, y el fracaso generacional llevará a agotar una más de las últimas probabilidades de ofrecer al país una respuesta seria a los problemas que lo autodestruyen. No hay recursos económicos, sin embargo somos indiferentes al ritmo del gasto público que continúa como si fuera otro Ecuador. En este diciembre se cierra el presupuesto y las entidades están desesperadas por contratar obras y servicios. ¿Cuánto se desvía en gasto infructuoso? Se destina un porcentaje elevado de la contratación pública a seguros, seguridad y vigilancia, transporte, alimentación, publicidad, propaganda, aceras y bordillos, coliseos, canchas de fútbol, y lo importante (agua potable, alcantarillado, saneamiento ambiental, vivienda) poco importa. Se gasta en fiestas patronales, de aniversarios, fundaciones y reinas, compra de oficinas y vehículos de lujo. Señor presidente, sea firme y determinante en que el presupuesto general del Estado no puede ni debe ser gastado en obras intrascendentes; dicte un reglamento que prohíba el desperdicio y reforme la Ley de Contratación Pública, para que no se contrate por régimen especial ni de emergencia; remate el exceso de vehículos oficiales. Que Contraloría aplique el reglamento de uso de vehículos oficiales y a los abusivos les aplique la ley. Demuestre que quiere dejar un recuerdo de una administración sabia. Salga del despacho y escuche a sus electores, está a tiempo.

Wagner Mantilla Cortés