Cartas de lectores: Las casitas del cerro Santa Ana
Se engalanan en julio las casitas pintadas, estas bellas doncellas y Guayaquil amada
Casitas empinadas, las del cerro Santa Ana... parece que sonrieran parece que volaran... De madera y de caña asoman sus ventanas, como ojos luminosos con chazas cuál pestañas; que se abren a la vida sonrientes, mañaneras, como viento que canta amores y quimeras. La gente en la calzadas murmura por las noches los cuentos y leyendas, dolores y reproches.
Casitas empinadas, con sabor a nostalgia, tantos años vividos rebosantes de magia; vestidas de colores, festivas primorosas, son espejo del tiempo y con olor a rosas. Reposan zigzagueantes, felices, decoradas, añosas retocadas, con balcones floridos; esperando y mirando que surjan emociones, lluvia de visitas, que refresquen sus pasiones.
Casitas empinadas, que escuchan los latidos de escalones que vibran con algarabía, todas abren sus puertas, es el mes de las fiestas, brillan los pintores y músicos de valía. Respiran aliviadas y alistan su mirada al turista que pide una foto con ellas. Se engalanan en julio las casitas pintadas, estas bellas doncellas y Guayaquil amada.
Myrna Jurado de Cobo