Cartas de lectores: Colapso del brutalismo

El socialismo del siglo XXI copió en Ecuador el señuelo brutalista soviético

Para disfrazar su fiasco económico, la URSS acudió al brutalismo arquitectónico, erigiendo obras faraónicas. Eran en realidad, monumentales pantallas de propaganda para tapar el derrumbe de la planificación centralizada. Por desgracia, el socialismo del siglo XXI copió en Ecuador el señuelo brutalista soviético. Sus enormes hidroeléctricas, en ríos de alto estiaje, son mamuts blancos de mala calidad, a espectaculares sobreprecios, por falta de competencia privada. Estas megarepresas estatales de fuente hídrica monopolizan la matriz energética, relegando las fuentes sustentables. Con el verso marxista de que los ‘medios de producción deben ser exclusivos del Estado’, dejaron al país adicto a las lluvias para tener luz. Hoy el oneroso modelo brutalista de Montecristi colapsa. El intervencionismo anuló la transparencia del mercado, para negociar obras de dimensiones brutalistas a dedo y coima. ¿Cómo negar la inversión privada en el Estado porque ‘busca lucro’, cuando el mercantilismo público de Montecristi acolitó el mayor asalto a los fondos públicos de la historia?

Paúl Tapia Goya