Cartas de lectores: Colas de ballenas de colores
Los artesanos realizan colitas de ballena en tagua, madera, metal o concha perla
Toda la temporada fría espera sentada sobre piedras del barranco, con mirada al mar, la jovencita de 14 años que creció junto a la playa de Ballenita (Santa Elena) con sus padres pescadores de lisa y sus tíos dedicados a la captura de pulpos en áreas rocosas. A los ocho años la avistó por primera vez entre un corso de ballenas que pasaron bailando en el aire, en continuas piruetas y emitiendo cantos sublimes. La reconoce porque en su cola tiene tres rayas negras muy asentadas. Le solicita a su padre que la lleve mar adentro desde que llegan en el mes de junio para ver a su ballena amiga, a la cual bautizó como Arelys, para disfrutar de su compañía. El cetáceo baila y canta para la niña, mostrando su cola, que cambia de colores cada vez que se zambulle en el tul azul del océano. Rosado, rojo, amarillo, turquesa y lila son los colores que muestra el animal. Llega la temporada de avistamiento y su balneario se viste de fiesta; en su malecón se levantó un monumento a la ballena. Los artesanos realizan colitas de ballena en tagua, madera, metal o concha perla. Ofrecen dijes, pendientes y llaveros a los turistas en homenaje a la llegada de las reinas de los mares. Desde los balnearios de Salinas, Palmar, Ayangue y Olón salen ‘tours’ para disfrutar del avistamiento de ballenas. La pequeña sufre porque molestan su entorno y se pone triste cuando pierden su andarivel y mueren en la costa.
Evelio Patricio Reyes Tipán