Cartas de lectores | Corrupción: ¿distribución del ingreso?

Todo el expansivo fenómeno del robo actual es resultado de una sociedad consumista irrefrenable e insustentable

Estimulado por la carta de lector Mario Vargas O. “antes pocos robaban, hoy muchos roban”, en EXPRESO del 25 de mayo, estimo conveniente dar más lectura sobre el actualísimo tema robo. Ya con sus invasiones, los griegos, romanos, vikingos, mongoles y más asiáticos, así como reyes de 1.001 noches y tantos más robaban, de lo que se podría presumir, el robo “nació” por allá. Los invasores españoles llevaron a América ese ‘modus operandi’, respondiendo al ansia enfermiza por el poder/dinero que trasciende desde el colonialismo en su neoliberalidad imperial a nivel global hasta hoy, ‘in crescendo’. El robo va a la par con la monetarización de la sociedad, donde más dinero haya, más robo nace, donde los que más roban, menos son. Vemos la estrechísima relación de robo y poder con el dinero, la peor de todas las drogas. Atisbada por la mercadotecnia que crea necesidades ‘no necesarias’, envolviendo toda la vida con el “billete”, la gente se insana por un placer sin salida, adicta al dinero. Otra es la disparidad social entre los que tienen y no tienen dinero, que en la antigüedad de los monarcas fue obvia pero no tan fatal como hoy, ya que la sociedad de entonces vivía poco monetarizada, independiente. Con la modernidad viene creciendo la dependencia del dinero, y la generalización del ansia por el billete, echando la agitación mercadotécnica a diario leña al fuego, generando el caldo óptimo para la apropiación de lo ajeno, pues todos quieren estar inmersos en lo que esos mercaderes estimulan. Esto crea, de facto, una distribución del dinero antes reservado por la reducida oligarquía corrupta hacia modernos poderes corruptos en clases altas, medias y menores, extendiendo la cultura delincuencial, formando una sociedad corrupta. Contemporáneamente, con excepción de una u otra guerra o pandemia que el insano aparato productivo requiere para sostenerse, las invasiones son silenciosas, optando los ladrones por corruptos paraísos para guardar la inmensidad robada. Ya no es necesario enterrar cofres en islas abandonadas. Nuevos amos corruptos -delincuentes o terroristas-, viven desposesionando y transfiriendo necesidades creadas por la mercadotecnia a como dé lugar. Todo el expansivo fenómeno del robo actual es resultado de una sociedad consumista irrefrenable e insustentable, pues enferma en esta “era de oscuridad y sangre” (N.Yorker,13.11.2023,Pp.19), hasta que caiga la tormenta babilona fulminante, pues nadie quiere entender.

Federico P. Koelle D.